Por
Francisco Leal
La
televisión chilena ostentaba otrora el título
de ser una de las mejores en Latinoamérica.
Ello se debió, principalmente, a que las estaciones
de TV nacieron al alero de las universidades. De este
modo, la Universidad Católica de Chile, además
de su sede de Valparaíso, y la Universidad
de Chile, impulsaron este masivo medio de comunicación,
hoy con una relevante gravitación sobre la
sociedad chilena.
Durante los años del régimen
militar, la estructura universitaria de la televisión
se transformó radicalmente. Hoy este importante
medio de comunicación se ha tornado chabacano,
grotesco, carente de talento y, lo que es peor, sin
ninguna imaginación.
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Hoy los programas culturales
han quedado prácticamente al margen de
las parrillas programáticas, pese a que
deben cumplir un mínimo de programas
de esta naturaleza por disposiciones legales.
Pero, por desgracia, pasan sin pena ni gloria.
No hay promoción para ellos.
En los años del militarismo
la televisión chilena cayó en
los vicios de la comercialización y en
las garras del ráting, en aras de quien
hay que batallar de cualquier modo para conquistar
audiencia.
A GARABATO
LIMPIO |
Esta inusitada contienda nos ha llevado
al deplorable nivel en que actualmente se encuentra
nuestra TV. Mal gusto, espacios conducidos por animadores
grotescos, reporteros payasos, y con una innecesaria
tendencia a dialogar “a la chilena”, con
el garabato en la punta de la lengua.
Con razón Enrique Maluenda,
gran señor de la TV hace más de una
década, afirmó justificadamente que
no volvería a las pantallas “ni por todo
el oro del mundo”. Dijo muy acertadamente: “Mi
estilo de hacer televisión no tiene nada que
ver como se hace hoy en día”.
FARANDUILA
Y ESPECTACULOS
La
farándula cayó a niveles igualmente
grotescos y, aclaro, no tengo absolutamente
nada en contra del periodismo de espectáculos.
Bien hecho, bien reporteado, es un género
periodístico atractivo e interesante,
incluso con ribetes culturales. Analizar una
obra de teatro, o criticar una producción
cinematográfica, significan una adecuada
guía para los lectores.
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No obstante, en este género se cae lisa y llanamente
en la vulgaridad, en lo frívolo y en lo fácil
de digerir. Mientras más cahuines se tejan
alrededor de incidentes como los de Italo Passalaqua
con Iván Zamorano, mejor para esta prensa televisiva
frívola y de farándula.
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Es
cierto que hoy los canales de TV compiten en
todos los segmentos, más cuando existe
un rival poderoso como lo son las emisiones
de TV Cable.
DEPLORABLE
RESULTADO
Resultado:
las estaciones de TV más creíbles,
se han tornado igualmente chabacanas, como ha
sido el caso de Televisión Nacional.
Ello le ha significado -si medimos esta realidad
en ráting, para estar a tono-, una pérdida
inimaginable de televidentes, frente a su tradicional
rival, Canal 13 TV-UC, incluyendo a los llamados
canales chicos, ChileVisión, Mega y La
Red. |
En este sentido, los canales que más
han crecido han sido Mega y ChileVisión. El
primero con una parrilla programática populachera;
y el segundo, cargado al sensacionalismo, sobre todo
en su segmento noticioso.
DIFICIL
FUTURO
En este contexto, la televisión
chilena enfrenta un difícil futuro, sumado
a esto los problemas judiciales, la nueva institucionalidad
y la evidente pérdida de liderazgo. Tal realidad
ha obligado a la industria televisiva chilena a redefinir
y replantearse alternativas.
Las nuevas reglas del juego descansan
en los máximos ejecutivos de cada estación
de TV: Enrique García (Canal 13); Jaime de
Aguirre y Javier Urrutia (ChileVisión); Mario
Conca (interino en TVN); Ricardo Claro (Mega).
Durante
el mes de marzo, la batalla de las telenovelas se
reanudó. Mientras TVN lanzó su espectacular
propuesta “Los Pincheira”, Canal 13 TV-UC
se la juega por un tema que no falla: “Hippie”.
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