Después de su más reciente cortometraje, realizado
en 35 mm. y estrenado hace poco en la Ciudad de México,
el cineasta mexicano Alfonso Serrano Maturino se propone
filmar un largometraje cuyo tema girará en torno
a un travestido que busca la fama en el mundo de los espectáculos
en Estados Unidos.
El
director de cine comentó entusiasmado, en entrevista
exclusiva con CANDILEJAS, que su cortometraje “La
nopalera” estrenado a finales del 2004 en una de las
salas de los estudios Churubusco Azteca, había sobrepasado
sus expectativas. Al estreno asistieron alrededor de 400
personas.
“Ahí
–explicó Serrano-, después de la proyección
del corto me dí cuenta que había llegado la
hora de filmar un largometraje. Ver tu trabajo en la pantalla
grande, escucharlo con un sonido profesional, además
de sentir que el aplauso de los invitados se prolongaba
más de lo que se puede considerar un cumplido obligado,
es suficiente para tomar la alternativa y pasar de novillero
a matador”.
A
FINES DEL 2005
Luego
de seleccionar la historia, entre múltiples sinopsis
que recibió de varios guionistas, el cineasta mexicano
comenzó a pre-producir la película que rodará
a fines del 2005, en Los Ángeles, California, con
la participación de actores mexicanos y estadounidenses.
Serrano
adelantó a CANDILEJAS que mientras se llevan a cabo
los trabajos de pre-producción de su película,
su elogiado corto “La Nopalera” participará
en diversos festivales internacionales de cine, entre los
que destaca el Festival de Viña del Mar, en Chile.
HACER
CINE... ¡UN VICIO!
El
director mexicano concluyó que hacer cine “es
una necesidad, una pasión y quizás hasta un
vicio”. Agregó que de ninguna manera lo hace
para ganar premios. “No creo en ellos -explicó-,
mucho menos en el Oscar, aunque considere que no estuvo
nada mal la decisión de entregarle uno a Amenábar
por su filme más reciente”
En
cuanto a la calidad del cine que se está haciendo
actualmente en México, comentó que “ya
era hora que los cineastas mexicanos se decidieran a filmar
buenas películas, aún ante el evidente boicot
de los distribuidores, que sólo se remiten al cine
estadounidense, y al poco apoyo del gobierno.
“Afortunadamente
–concluyó-, como dice una canción popular,
el cine mexicano no estaba muerto... ¡andaba de parranda!”.
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