“La Navidad de las madres rebeldes” — Comentario de CINE

No hay que pedirle a esta película más de lo que quiere dar: entretención. Para los estadounidenses, Cristo está sólo en el nombre “Christmas” de la Navidad. El resto es sólo consumismo y problemas que derivan del mismo.

Por JOBLAR

Mila Kunis (¡tan linda  ella!) está sentada en la escalera que lleva al segundo piso de su casa y, con el rostro avejentado, piensa en lo que ha hecho en los últimos días.

Un camello pasa caminando delante de ella cuando empieza un largo flashback que explicará el desastre en que se ha convertido su hogar.

En Estados Unidos, la palabra “Christmas” no tiene nada que ver con Cristo y queda en evidencia cuando ella habla de todo el trabajo y los gastos que la fiesta implica. De hecho, que se trata de conmemorar el nacimiento de Jesús se menciona en un solo momento y, paradojalmente, cuando las tres madres se encuentran en la iglesia donde no han ido a rezar, sino que a escuchar los cánticos.

¿Cuáles madres? Las de las tres protagonistas que sufren al ver aparecer a sus respectivas progenitoras.

En efecto, estas “madres rebeldes” (Amy, Kiki y Carla) se caracterizan por tener matrimonios fracasados y pocos proyectos de vida.

Para ellas, la Navidad significa exclusivamente trabajo, cocina y regalos. Pero la presencia de sus madres es insoportable. La de Amy es posesiva y controladora; la de Kiki es afectivamente empalagosa; la de Carla, anárquicamente descontrolada.

Esta es la secuela de la película El club de las madres rebeldes (2016) y tiene los mismos directores y el mismo trío protagonista. Se trata, por lo tanto, de un “girl power movie” con adolescentes disfrazadas de mujeres maduras que se vuelven adolescentes. Ambos grupos incapacitados para dar alegría a sus propi@s hij@s.

No hay que pedirle a la película más de lo que quiere dar: entretención. No pretende denunciar la sociedad del consumismo, que va a seguir existiendo, incluida la depilación del vello pubiano. No pretende exaltar la superación del quiebre generacional, que va a seguir existiendo. No pretende ser una película feminista, a pesar de que exalta al hombre-objeto, que se expresa en los viejos pascueros strippers o en la depilación de los testículos.

Se trata sólo de una caricatura que consigue hacer reír por su puesta en escena kitsch.

Y un detalle: la madre de Amy se parece a una representante del jet set chileno (y su marido al actor Alejandro Goic); Kiki me recordó a una presentadora de televisión.

¿Pura coincidencia o —en el campo de los productores— quién imita a quién?

 (A Bad Mom’s Christmas. USA, 2017)

 

TRAILER DEL FILM:
“La Navidad de las madres rebeldes”

PRODUCCIÓN:
TrailersTC

 

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