“EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO” — Comentario de CINE

Película angustiante de comienzo a fin, que desarrolla el tema de la culpa y la expiación al más puro estilo de tragedia griega, con resabios bíblicos que remarcan que nuestros destinos no dependen de nuestra voluntad…

Por JOBLAR

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

Todo empieza con un minuto de obscuridad mientras se escucha el Stabat Mater de Schubert. Luego sigue una intervención quirúrgica a corazón abierto, que dará paso a conversaciones aparentemente de poca importancia. Por ejemplo, se habla de un reloj, de lo que costó y dónde se compró.

Como en las películas de Roman Polanski, o de Stanley Kubrick, se siente desde un comienzo que algo está mal, pero no está claro exactamente qué. No ayudará tampoco el encuentro de Steven, el protagonista (un cardiólogo exitoso, interpretado por Colin Farrell) con Martin (Barry Keoghan) un muchacho con aspecto de retardado mental.

Se puede pensar en una relación protectora hacia un discapacitado. O en una relación pederasta. Pero luego —poco a poco— se descubre la terrible verdad: ese joven es una némesis mitológica, un demonio vengativo que no cejará hasta cumplir con su cometido.

No pretendo subestimar la cultura de los espectadores ni tampoco pecar de pedante, pero es necesario que diseñe un “marco teórico” para esta película.
Ifigenia en Áulide, Ifigenia en Táuride, son los títulos de dos tragedias de Eurípides (siglo V a.C.) y tratan de una hija del rey Agamenón que, debido a un oráculo, iba a ser sacrificada en Áulide a Artemisa para permitir la partida de la flota griega hacia Troya y castigar el rapto de Helena. Pero la diosa impidió el sacrificio y substituyó a Ifigenia por un ciervo. Después la trasladó al país de los tauros, donde sometía a ritos de sacrificio humanos a los griegos que llegaban.

Steven tiene una bella esposa (Nicole Kidman) y dos niños, Kim y Bob. Aparentemente, son una familia feliz, pero cometió un error por el que deberá pagar. Él estaba en estado de intemperancia cuando operó al padre de Martin y éste murió. Ahora la encarnación de la culpa lo persigue y lo hará pagar con la vida de sus hijos. El racionalismo, que se escuda en la mentira y la alteración de la realidad, se estrella contra lo irracional e inexplicable. Matar al mensajero de la desgracia no la impedirá.

El ateniense Yorgos Lanthimos (1973) desarrolla la película con la pericia de una deidad que mueve los hilos de sus personajes-marionetas (con la obsesiva música de Gyorgi Ligeti) pasando de lo helénico a lo véterotestamentario, con la elección de Abraham y el juicio de Salomón. De la sensación de peligro se pasa a la crueldad que se esconde en el alma humana, con sangre y con violencia.

Permítanme resaltar la actuación de Nicole Kidman, que transmite toda su capacidad dramática como supo hacerlo en Al otro lado del corazón (Rabbit Hole, de John Cameron Mitchell, 2010) y Un pasado imborrable (The Railway Man, de Jonahan Teplitzky, 2013).

(The Killing of a Sacred Deer. Gran Bretaña / USA, 2017)

TRAILER DEL FILM:
“EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO”

 PRODUCCIÓN:
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