LA GRAN AVENTURA DEL GRAN DIBUJANTE THEMO LOBOS

Sus dibujos eran (y son) una entretención familiar. “El Peneca” y “Barrabases” los leíamos todos en la casa y las aventuras del gato y el ratón en la Isla de los Ugli-Ugli —que se adelantaron por casi cuatro décadas al Jurassic Park de Steven Spielberg— las disfrutábamos en familia…

Por José BLANCO JIMÉNEZ

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

“¡Pero si la dibujé yo!”, decía Themo Lobos, cuando alguien como yo, muerto de la risa, le contaba una de sus historietas.

Y es que el humor de Temístocles Nazario Lobos Aguirre (1928-2012), dejaba mella y era contagioso. Cada chiste era una situación divertida llena de detalles y más aún las aventuras gráficas con un desarrollo sugestivo y atrapador.

Dejo de inmediato en claro que Themo Lobos no fue para mí el dibujante de Mampato y Ogú, sino el de Michote y Pericón, Máximo Chambónez, Sapolín el Niño Rana, Alaraco, Adita y Dolchevito.

Sus dibujos eran (y son) una entretención familiar. “El Peneca” y “Barrabases” los leíamos todos en la casa y las aventuras del gato y el ratón en la Isla de los Ugli-Ugli —que se adelantaron por casi cuatro décadas al Jurassic Park de Steven Spielberg— las disfrutábamos con mi mamá, mi papá y mi hermano menor.

Más adelante, se las leí a mis hijos y después a mis nietos. Frases como “¡Pan! ¡Tanto tiempo sin probarlo!”, del Piloto Loco, pasaron a ser (y son) parte de nuestro imaginario colectivo familiar y motivo de risa y diversión.

LA GRAN
AVENTURA

Rafael Valle, que nació en 1970, ha querido abarcar toda la trayectoria del gran dibujante y lo consigue magistralmente en su volumen «La gran aventura de Themo Lobos», en el que combina el estilo periodístico con una narración ágil y documentada.

El que desee tener en sus manos una biografía completa y debidamente ilustrada necesita leer y poseer este libro, que es el fruto de muchas horas de conversación y del uso de un archivo familiar de extraordinario valor.

Son más de siete décadas de relato, que combina lo descriptivo con el diálogo vivo y todavía vigente. Valle es particularmente cuidadoso en no transgredir la autenticidad de todos los recuerdos de un dibujante que trabajó en muchos diarios y revistas, creando una gran cantidad de personajes que trascienden el mundo de la historieta y que forman parte del léxico chileno: además de los ya recordados Alaraco y Dolchevito, están Transparencio, Ñeclito, Cicleto y Cucufato. Muchos recordarán también cuando Pola Charrázuriz decía “¡Divinaylón!” o las aventuras de Nick Obre y su perro. Sin olvidar que creó también un Viejito Pascuero chileno que debería ser adoptado por todos nosotros para los saludos de Navidad. Confieso que yo lo he hecho para saludar a mis amistades y espero que no me traiga problemas de copyright.

CARÁCTER
DIDÁCTIC
O

Pero Valle se detiene también en el dibujo “serio”: la vida del Padre Hurtado, las de sor Teresa de los Andes, las aventuras espaciales de la revista “Rocket”. Y acoge las colaboraciones de carácter didáctico, como las del Servicio Nacional de Salud.

Por mi parte, recuerdo un folletito que nos regalaron en la Feria Exposición Agrícola Ganadera Industrial Internacional de la Quinta Normal: trataba de la Reforma Agraria y tenía por título: ¡Ahora yo soy Juan con tierra!

Por respeto a los protagonistas, no menciona por sus nombres a algunas personas cuyas familias podrían ofenderse, como el fotógrafo suicida o el dibujante bebedor excesivo que Lugoze colgó de los tobillos por la ventana. Este último tiene muchas historias y Pepo lo inmortalizó con su personaje Garganta de Lata.

Recomiendo no sólo la lectura de “La gran aventura de Themo Lobos”, sino también su adquisición. Es realmente un libro de colección, que debe estar en la biblioteca de las familias chilenas así como los empastados de Mampato y Ogú.

Las historietas y, sobre todo las de grandes creadores como Themo, son historia de Chile. Es más: verdadera y no manipulada historia de Chile. 

Dicen que Themo Lobos está muerto. ¡No me consta!

 

 

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