CARMEN BARROS: ¡MUCHO MÁS QUE “MARIANELA”!…

Carmen Barros aspiraba ser cantante de ópera, pero cuando escuchó a María Callas, en Europa, se dio cuenta que no podría afrontar las óperas de Verdi o de Puccini. Para ella estaban las de Pergolesi y de la época del Barroco…

 Por José BLANCO JIMÉNEZ

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

 José Blanco Jiménez y Carmen Barros (Marianela)

 

SANTIAGO (Chile), 14 de Octubre — 2018.-  Encontré a Carmen Barros (Marianela) a la salida del Cine “El Biógrafo”, acompañada por su hija Bárbara Amunátegui. Le recordé que nos habíamos visto muchos años antes en el recién fundado SIDARTE, y quedamos de acuerdo para encontrarnos, conversar y tomarnos un café.

Es así como nos vimos hace poco y quise que estuviese presente su amigo Francisco Leal, que se ocupó de grabar la conversación y de tomar fotografías.

Además, escribió sus impresiones, que pueden leerse en www.Candilejas.cl y en www.elclarin.cl.

En mi caso, quiero referirme a precisos recuerdos que tenía de Carmen y que ella también tesauriza en su memoria prodigiosa.

Empezó declarando que le hubiera gustado ser cantante de ópera y que, cuando escuchó a María Callas, en Europa, se dio cuenta que no habría podido afrontar las óperas de Verdi o de Puccini. Para ella estaban las de Pergolesi y de la época del Barroco.

Y yo aproveché para contarle que la había oído cantar en la ópera Dido y Eneas, de Henry Purcell, en el Teatro “Camilo Henríquez”, junto a Victoria Canale.

NACE “MARIANELA”

Ahí actuó con su nombre, pero en el mundo de la música popular era conocida con el pseudónimo de Marianela, que se lo colocó Santiago del Campo. Y la razón fue muy sencilla: era hija de un conocido embajador y hombre político. Su nombre artístico debía tener un contexto cosmopolita, ya que cantaba en castellano, inglés, francés, alemán e italiano. Y “Marianela” pareció adecuado.

A pesar de ser universalmente conocida como la Carmela de San Rosendo, protagonista de La pérgola de las flores, no olvida su experiencia junto a Los Gatos (“en un pentagrama musical”), en los años ‘60, cuando pertenecía al elenco estable de Canal 13 de la Universidad Católica de Chile.

Además de ella, componían el grupo Octavio Espinoza, Gonzalo Hernández y Carlos Larraín. Eran años muy ajetreados porque, como actriz, debía aparecer cinco veces al mes y era un gran desafío, porque exigía renovarse continuamente.

UNA MADRE EN LA
OBRA “LA GANZÚA”

Recuerdo haberla visto interpretar a una madre cuyo hijo salía mal en el Bachillerato, según la obra La Ganzúa, que David Benavente había llevado a la televisión, después de haberla estrenado con el Grupo Los Moreau, en el Colegio Saint George.

Regresó a Chile, después de acompañar a su padre en una larga permanencia en Europa, en 1957. Surgió en ella la idea de una comedia musical al estilo de Broadway, lo que dio origen a Esta señorita Trini, que fue compuesta paso a paso por las canciones de Carmen, pasadas al pentagrama por Pedro Mesías y el libreto fue compuesto por Luis Alberto Heiremanns. Fue un trabajo colectivo (me recordó el método de trabajo de Federico Fellini y Nino Rota, del que ella también ha oído hablar) que rindió excelentes frutos.

A partir de esa obra “elitista”, se originaría un producto más “popular”, como La pérgola de las Flores, con canciones de Francisco Flores del Campo y libreto de Isidora Aguirre. El papel de la “huasita” estaba reservado para Marianela.

EL MAYOR TESORO:
SUS RECUERDOS

Incursionó también en el cine y aún tiene muchos deseos de ver el film chileno La casa en que vivimos, de Patricio Kaulen (1970), en el que fue escogida junto a Domingo Tessier porque podían interpretar a personajes de apariencia joven, que iban envejeciendo.

Al final de nuestra “cita”, no pude evitar hacerle una pregunta indiscreta: “¿Cuánto mides?” Se rió, diciendo: “Medía un metro cincuenta y cuatro. Creo que ahora mido un metro cuarenta y cuatro”.

Y, agrego yo, 93 años de experiencias humanas, musicales y teatrales que constituyen el mejor de sus tesoros: sus recuerdos.

 

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