“Z La ciudad perdida” – Comentario de CINE

La historia de Percy Fawcett, desaparecido en el Amazonas en 1925, no está presentada como una aventura de Indiana Jones, sino como la obsesiva búsqueda de una razón para trascender en la vida.

Por JOBLAR

Conocí a Percy Fawcett por una historieta belga que leí en una revista en los años ‘50. Por lo tanto, el argumento y el desenlace de la película me eran conocidos y pensé que sería interesante sobre todo por su puesta en escena y por su fotografía.

Sin embargo, la cinta es mucho más que una crónica histórica. De hecho —al estilo de Corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad— la búsqueda de Fawcett (Charlie Hunnam) se transforma en una obsesión, como la que ya presentó el excelente Fitzcarraldo, de Werner Herzog (1982).

Es mucho más que la búsqueda de una ciudad perdida en el Amazonas.

La Royal Society lo mandó a definir cartográficamente los límites entre Brasil y Bolivia, lo que evitó conflictos bélicos y favoreció la industria del caucho. Por ello, encontró el apoyo de ese Barón de Gondoriz (un enigmático Franco Nero) que lucraba con ella.

Pero, terminada la labor, el infierno verde se transformó en el símbolo de la justificación de una vida que le daría esa fama que el ejército británico no le habría de entregar jamás por los malos antecedentes dejados por su padre (se insinúa alcohol y deudas de juego).

Ya había dejado a su esposa embarazada (Sienna Miller) sola por dos años con un hijo pequeño y partió de nuevo cuando estaba esperando otro. Era una razón de vida, una justificación de su existencia, muy bien descrita por el director James Gray, que supo adaptar adecuadamente el libro de David Gann. Y con un excelente reparto, especialmente Robert Pattinson, que está irreconocible como el ayudante Henry Costin y que tira definitivamente al tacho de la basura el cliché vampiresco de Crepúsculo.

Fawcett logró ascender al grado de coronel por su participación en la Primera Guerra Mundial, pero ha pasado a la historia como explorador. Es un error publicitario pretender que su historia dio origen al personaje de Indiana Jones (en cambio inspiró El mundo perdido, de Sir Arthur Conan Doyle). Lo suyo era la realización personal y la ambición de trascender. Su ciudad Z, no era como Eldorado, la presa fácil de la codicia de los conquistadores españoles y portugueses: su objetivo era encontrar un eslabón perdido en la historia de la Humanidad. Además, por el planteamiento de su relato, me recuerda más la película El abrazo de la serpiente, del colombiano Ciro Guerra (2016), que presentaba a europeos con inquietudes antropológicas, guiados por el último representante de una tribu indígena.

Están registradas siete expediciones entre 1906 y 1924, recorriendo —por ejemplo— los ríos Guaporé y Heath. Se nos muestra, incluso, el fracaso de la que financió un quejumbroso e inútil James Murray (Angus Macfadyen), presunto descubridor del Polo Norte.

El último intento, con su hijo mayor (Tom Holland), fue en 1925 y, en esa oportunidad, no regresó. Años más tarde, la aparición de una brújula de teodolito fue la única pista de que tal vez alcanzó su meta. Si lo consiguió, a lo mejor algún día se sabrá: mientras tanto, su fama es imperecedera.

(The Lost City of Z. USA, 2016)


TRAILER DEL FILM
“Z La ciudad perdida”

PRODUCCIÓN:
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