‘Asesinato en el Expreso de Oriente’–Comentario de CINE

¡Un remake inútil! Así de simple. Tal vez fue el egocentrismo de Kenneth Branagh el que convenció a la Fox de volver a filmar la historia de Agatha Christie que la Universal produjo en 1974. No basta un ramillete de excelentes actores, una correcta escenografía y un espléndido vestuario para hacer una buena película.


Por JOBLAR

 Agatha Christie viajó en el Orient Express en 1929 y el lujoso tren quedó bloqueado por una ventisca en Cerkezköv (Turquía). En 1932, fue el secuestro del hijo de Charles Lindbergh con su trágico final. Ambos eventos le dieron pábulo para escribir una de sus novelas más famosas.

De las varias adaptaciones, la mejor y —a este punto— insuperable es la de Sidney Lumet, producida por la Universal en 1974.

¿Por qué la Fox se arriesgó a hacer este remake absolutamente inútil?

Yo creo que fue el egocentrismo de Kenneth Branagh, gran actor y director de Shakespeare, capaz de ponerse como supervillano en su Jack Ryan: Código sombra (Jack Ryan: Shadow Recuit, 2014) o de dirigir La flauta mágica (2006) o La Cenicienta (2015).

Nada que decir de la escenografía y del vestuario, que son impecables.

Los actores son excelentes, pero no basta para generar la atmósfera de suspenso necesaria. Y tengo que ser rudamente sincero: Penélope Cruz no es Ingrid Bergman (que ganó el Oscar por su interpretación), Michelle Pfeiffer no es Lauren Bacall (gran actriz como tal y como personaje), Josh Gad (ridículamente caricaturesco) no es Anthony Perkins (transparentemente inestable como su inigualable Norman Bates)… ¿Tengo que seguir?

Un solo personaje supera al de la película de Lumet: el de Johnny Depp, que tiene un aire inquietante, que Richard Widmark escondía bajo la máscara del gentleman.

Es un atentado artístico transformar al coronel Arbuthnot (que en 1974 era Sean Connery) en un médico afro (tal vez por exigencias contractuales de Hollywood, que exige actores de color). Y Willem Dafoe está desaprovechado en un rol con muy pocos parlamentos.

Pero la mayor payasada está en el Hercule Poirot de Kenneth Branagh. Mientras que el inglés Albert Finney se transformó en el hombrecillo belga de aspecto ridículo que le dio su autora (no logró superado siquiera por un histrión como Peter Ustinov), el actor y director irlandés lo caracteriza como un maniático perfeccionista de absurdos bigotes de oficial colonialista del siglo XIX.

Podemos ver una película sabiendo quién es el asesino (¿cuántas versiones hay ya de Los 10 indiecitos?), pero la puesta en escena no seduce igual y no invita a valorar los detalles. De todas las tragedias de Shakespeare sabemos el final: Romeo y Julieta siempre van a morir, Macbeth pagará por sus crímenes, Hamlet ejecutará su venganza. Y, sin embargo, estremecen igual al público desde hace siglos.

Esta puesta en escena pretende el lucimiento de Branagh y —para mi gusto— no lo consigue. Ni siquiera con el prólogo gratuito e inútil como todo este remake. Y desde ya anuncia una aventura en el Nilo.

(Murder On the Orient Express. USA, 2017)

TRAILER DEL FILM
“Asesinato en el Expreso de Oriente”

Producción:
Trailers in Spanish

 

 

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