Una cincuentona en busca de una felicidad sexual que pueda proporcionarle una razón para vivir. Pero su baja autoestima la incomunica en un verdadero solipsismo afectivo.
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Juliette Binoche nunca ha sido procaz para mostrar su cuerpo desnudo. De su madre polaca obtuvo una figura que es todo menos que espectacular y, precisamente, es lo que lo hace atractiva, porque aparece como accesible. Por otro lado, derrama una sensualidad ingenua, como de una mujer que no toma conciencia de lo que puede provocar.
Así era en Obsesión (Damage, de Louis Malle, 1992), donde suscitaba una tragedia como si no tuviera responsabilidad alguna. O en La insoportable levedad del ser (The Unbearable Lightness of Being, de Philip Kaufman, 1988), donde su ingenuidad contrastaba con la desfachatez de Lena Olin. O en Copia conforme (Copie conforme, Abbas Kiarostomi, 2010) donde revivía un sueño rescatado de un recuerdo imperecedero.
Todo esto sin dejar de ser una excelente actriz, como lo demostró con su María Segovia de Los 33 (de Patricia Riggen, 2015).
En esta película, es Isabelle, una pintora divorciada con una hija de diez años, que busca un amor que llene una vida que siente vacía. Mientras tanto, sufre, balbucea, llora, duda y espera. Recurre incluso a un charlatán (Gérard Depardieu) que —trabajando con una plomada—, termina por augurarle “un bello sol interior”.
Este tipo de búsqueda, en otros tiempos, provocaba escándalo, como cuando en 1968 —en las versiones azul y amarilla de Soy curiosa (Jag är nyfiken, de Vilgot Sjöman) una jovencita terminaba en la cama con la misma naturalidad que respiraba.
Ahora, más que voyerismo o asombro, provoca desazón. Isabelle se relaciona con un banquero, que le advierte que nunca dejará a su mujer, un actor inseguro y contradictorio, un desconocido con el que se encuentra en otra ciudad y su ex esposo, que aparece de vez en cuando.
No se trata de elegir al hombre equivocado: es un tema de disponibilidad para el amor. Y para ello, la mujer debe primero quererse a sí misma y la autoestima de Isabelle es bajísima.
La directora Claire Denis explora el mundo femenino como una tortura mental en busca de la felicidad. Pasando de amante en amante, la protagonista derrama neurosis y angustia. La misma secuencia inicial es un coito desesperado en busca de un orgasmo que no llega y así es durante toda la película. Es más que una incomunicación sexual. La suya termina siendo una soledad metafísica que deriva a un solipsismo afectivo irreparable.
(Un beau soleil intérieur. Francia, 2017)
TRAILER DEL FILM:
“Un bello sol interior”
PRODUCCIÓN:
Demasiado Cine!
Juliette Binoche
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