Chileno virtuoso del clavecín hoy es muy aplaudido en México, donde reside… Su talento musical, Gastón Lafourcade lo ha heredado a sus hijos y nietos, incluso una de sus hijas nacida en México, Natalia Lafourcade, incursiona con éxito en la música rock y pop…
Por Hugo Murialdo Laport
y Francisco Leal Díaz
SANTIAGO (Chile), 06 de Febrero — 2018.- Desde pequeño, Gastón Lafourcade Valdenegro experimentó una especial fascinación por los sonidos. Le sacaba partido sonoro a cualquier objeto que encontraba a su paso: un tarro, una botella, un palo, un lápiz…
Sin duda, con un innato talento, su futuro estaba en la música. Pero el camino sería largo y de mucha dedicación. Aunque, al parecer, Gastón Lafourcade —hermano menor de Enrique Lafourcade, el prolífico escritor—, supo desde siempre que ese sería su derrotero: las notas musicales.
Nacido en Angol, al sur de Santiago de Chile, realizó estudios de piano y órgano en el Conservatorio Nacional de la Universidad de Chile, bajo la guía del maestro Julio Perceval. Este destacado músico belga lo adiestró esencialmente en contrapunto y materias teóricas, la sólida base de su futura carrera musical.
En 1962 Gastón Lafourcade asumió como organista titular de la Basílica de la Merced, en Santiago de Chile y, posteriormente, en 1965, se desempeñó como tal en la Iglesia Luterana de Ñuñoa. En 1970, fundó y dirigió la Asociación de Organistas y Clavecinistas de Chile.
No obstante, su inquieto talento musical lo impulsaría a un nuevo y gratificante desafío: construir clavecines con sus propias manos.
—Por aquellos años —explicó Gastón Lafourcade—, yo actuaba con un clavecín que me prestaba un amigo. No me era posible entonces importar o comprar un clavecín. Hasta que decidí construir el mío, pues ya tenía experiencia en la producción de ciertos instrumentos musicales, entre ellos el xilófono. Instalé mi taller en un gallinero en la casa de mi madre, en La Reina. Las teclas las fabriqué de a una por una… Y así fui avanzando, con mucha paciencia. Pero ese primer teclado no me funcionó y sólo sirvió de leña… Finalmente, el 24 de agosto de 1973 ofrecí un primer concierto de maduración con este clavecín, en el Liceo Manuel de Salas. Fue un exitoso comienzo.
LOS AÑOS OBSCUROS
DE CHILE
Días después, la vida de Gastón Lafourcade cambiaría drásticamente, al igual que para todos los chilenos. El golpe de Estado cívico-militar del 11 de septiembre de 1973 —que derrocó al presidente constitucional Salvador Allende—, lo indujo a buscar un nuevo rumbo: México lo recibió con los brazos abiertos.
En Ciudad de México se incorporó como organista en la Christus Church y como pedagogo en la Escuela de la Dirección de Acción Social del Distrito Federal.
Como ocurrió con muchos chilenos avecindados entonces en México, a consecuencia de los sucesos políticos acaecidos en Chile, el maestro Lafourcade comenzó a echar raíces en este solidario país hermano, sembrando familia y notas musicales.
SU ETERNO
LENGUAJE MUSICAL
El mundo de la música se ha convertido para Gastón Lafourcade, en una verdadera filosofía de vida. Resulta grato platicar con él y escuchar sus experiencias vividas en torno a las notas musicales.
Advierte que el clavecín no tiene las complejidades sonoras del órgano, por ser un instrumento mecánico, un instrumento de tecla y cuerda pulsada, según explica el talentoso artista chileno, ahora radicado definitivamente en México.
Nos aclara que suele existir confusión entre el clavecín y el clavicordio. “El mecanismo es distinto —señala Lafourcade—, y hasta el Larousse ha caído en esta confusión. El propio Gabriel García Márquez, en una de sus obras literarias habla del clavicordio, pero en realidad se está refiriendo al clavecín, instrumento de cuerda pulsada, como lo he señalado. El clavicordio, en cambio, es de cuerda percutida, como el piano. Por ello se menciona que el clavicordio es el antecedente del piano”.
Pese a haber estudiado piano y órgano, Gastón Lafourcade adoptó el clavecín como su instrumento favorito. Y la razón es sencilla, según manifiesta: “El clavecín es fácil de transportar; en cambio eso no se puede hacer con un piano o un órgano. Aunque tampoco el clavecín es como una guitarra. Pero se puede trasladar fácilmente en una camioneta, por ejemplo. Además, son livianos, con un peso de 70 kilos, contra 350 de un piano”.
SU INSEPARABLE
CLAVECÍN
En la actualidad, reside en Querétaro, a unos 200 kilómetros de Ciudad de México. Sus días transcurren entre la pedagogía musical y programados conciertos, arrancándole notas a su virtuoso clavecín.
Johann Sebastian Bach ha sido, a lo largo de su exitosa carrera profesional, uno de sus compositores predilectos. Pero confiesa que también tiene gran cercanía con compositores como Haendel, Corelli, Vivaldi, Couperin, Daquin, Rameau, Paradissi y Antonio Soler, entre otros.
Sin embargo, revela que uno de los temas preferidos para interpretar es “Variaciones Goldberg”, de Bach. “Es un tema muy hermoso, aunque difícil de interpretar, con 30 variaciones y una hora y media de duración”, explica.
Es inevitable consultarle acerca del profundo sentido que tiene la música en su vida. “La música —dice— ha sido siempre una necesidad muy importante en mi vida. Es como hablar, o respirar… Desde pequeño me gustaba hacer sonar diversos objetos, vasos y botellas, particularmente”.
Sin embargo, la misión académica le ha absorbido gran parte de su vida, constituyéndose en una significativa experiencia que destaca con satisfacción. “Propuse a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un Taller de Construcción de Clavecín; pero, lamentablemente, no prosperó. Era un proyecto muy interesante… Pero sólo me consideraron horas como profesor de bajos continuos, o sea, el arte de armonizar el teclado. Antiguamente, las partituras no tenían todo escrito. En el período barroco se denominó bajo cifrado: indica los tipos de acordes que van a acompañar a una nota. Existía gran tendencia a la improvisación, en todo caso. Y a mí me atrae mucho improvisar, ya sea sobre la base de un tema, o de dos o tres notas… Desde allí se construye una sonata o un concierto… ¡o lo que sea!… El bajo cifrado es una herramienta muy buena. Esas clases las estuve impartiendo en la UNAM.
QUERÉTARO:
NUEVO DESTINO MUSICAL
Precisamente, tras esa potente experiencia académica, decidió establecerse en Querétaro, donde impartió igualmente clases en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
—Después dejé de dar clases —agregó—, y con mi actual esposa, Susana Avendaño, pusimos la Academia de Música Santa Cecilia. Allí impartimos clases de piano y clavecín. Debo señalar que de nuestra Academia han egresado destacados alumnos. Uno de ellos, por ejemplo, se estableció en Buenos Aires y hoy es un pianista de tangos muy exitoso. Otros dos ex alumnos se encuentran trabajando con éxito en Holanda. Han sido, sin duda, experiencias muy gratificantes.
El maestro Lafourcade considera que cualquier persona con inteligencia normal puede llegar a tocar piano o clavecín. Unos mejor que otros, sin duda.
“Incluso —agrega—, tuvimos un alumno con síndrome de Down. Ellos tienen una gran sensibilidad para la música. No llegó a ser pianista pero mejoró notablemente su nivel de vida. Fue muy aplaudido en la audición anual que efectúa nuestra Academia”.
El virtuoso talento musical de Gastón Lafourcade le significó efectuar estudios de post grado en órgano y dirección orquestal en la Unión Soviética, en 1976; y el 2014 recibió una invitación para dar una serie de conciertos en Alemania.
EL INGRATO EPISODIO
DE FRUTILLAR
El año 2005, durante un viaje a Chile, Gastón Lafourcade ofreció un concierto de órgano en la ciudad de Osorno. A tal evento asistió Flora Inostroza, entonces presidenta de las Semanas Musicales de Frutillar. Conversando después del concierto, ella contó que a consecuencia de un incendio habían sufrido la pérdida de sus instrumentos, entre ellos un órgano y un clavecín. Entonces Gastón Lafourcade le contó que él confeccionaba clavecines y que con todo gusto haría uno para Frutillar. Se estipuló que la donación se concretaría el 2007. Así ocurrió y, por supuesto, junto con donar tan valioso instrumento musical elaborado por sus propias manos, ofreció un exitoso concierto en el gran escenario de Frutillar.
Dos años después, el 2009, quiso volver a Chile con la intención de ofrecer un nuevo recital en Frutillar. Tomó contacto con la organización de las Semanas Musicales de Frutillar, pero se encontró con una inesperada negativa, incluso mencionando que él se conseguiría los pasajes aéreos desde México. “La respuesta que me dieron —explicó Lafourcade—, fue que habían muchos postulantes para tocar el clavecín y que yo tendría que ponerme a la fila…”
Parecía insólito que Flora Espinoza y la plana ejecutiva de Frutillar hubiesen olvidado que el clavecín lo había donado el propio Gastón Lafourcade, años antes, y ahora le negaban la posibilidad de ofrecer un nuevo concierto. “¡Este es el pago de Chile!”, argumentó el artista.
No obstante, reconoce que en Chile hay buenos clavecinistas, como es el caso de Catalina Vicens: “La escuché tocar en una ocasión y luego conversamos a muy buen nivel. Pero tengo entendido que ya no vive en Chile. Hasta donde sé, ella se casó y ahora reside en Suiza… También escuché en una ocasión al Conjunto de Música Antigua, de la Universidad Católica, dirigido por Silvia Subercaseaux. Igualmente habría que mencionar a Lionel Party, quien llegó a ser director del Curtis Institute of Music, de Filadelfia, USA”.
PIANO VS. CLAVECÍN
Respecto de las tendencias de los jóvenes talentos interesados en el clavecín, Lafourcade comenta que, en principio, se inclinan por el piano, pero luego cuando conocen más en profundidad el clavecín, se dedican de cabeza a estudiar este maravilloso instrumento.
“Yo tengo una técnica —explica Gastón Lafourcade—, que consiste que a mis alumnos de piano les exijo que todas las obras barrocas las interpreten, además, en clavecín. Un minueto de Bach, por ejemplo, deben saber tocarlo tanto en piano como en clavecín. Así, se van familiarizando con ambos instrumentos por igual. Y, finalmente, pueden optar: o el piano o el clavecín”.
—¿Y usted, con cuál instrumento se queda? ¿Piano o clavecín?
—¡Yo me quedo con los dos! Y también con el órgano…
—¿Algún consejo suyo a los jóvenes talentos emergentes?
—Que escuchen mucha música… Suele suceder que los músicos a veces tocan muy bien, pero tienen una sorprendente ignorancia particularmente de otros instrumentos… Quien estudia piano, por ejemplo, no debe escuchar sólo a otros pianistas… Yo les aconsejo que escuchen siempre a los artistas más talentosos. Les sugiero que escuchen a la pianista china Yuja Wang, una artista impresionante, quien interpreta magistralmente a Rachmaninoff, a Beethoven, Brahms, Chopin, Tchaikovsky, Mendelssohn, Stravinski… ¡Es impresionante!
Finalmente, Gastón Lafourcade no duda en reafirmar que las mejores herramientas e instrucciones académicas para tocar el clavecín, las recibió del memorable maestro belga Julio Perceval, a quien recuerda hoy con especial gratitud, con virtuoso reconocimiento.
Su talento musical, Gastón Lafourcade lo ha heredado a sus hijos y nietos, incluso una de sus hijas nacida en México, Natalia Lafourcade, incursiona con éxito en la música rock y pop.
Sin duda, esta herencia transmitida a su entorno familiar, es la mayor gratificación para el maestro Lafourcade: un chileno virtuoso del clavecín hoy muy aplaudido en México.
Hugo Murialdo durante la entrevista con el maestro Gastón Lafourcade Valdenegro, realizada en Santiago de Chile.
VÍDEO
MÚSICA DESCRIPTIVA EN CLAVECÍN – QUERÉTARO
Intérprete:
GASTÓN LAFOURCADE VALDENEGRO
PRODUCCIÓN:
Viktor Ramper
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VÍDEO
GASTÓN LAFOURCADE EN LIMBURG
PRODUCCIÓN:
Dominique Lafourcade
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VÍDEO
MI MUNDO PRIVADO
Natalia Lafourcade y Gastón Lafourcade
PRODUCCIÓN:
Mayerik 10
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VÍDEO
Johann Sebastian BACH
“El clave bien temperado”
Preludio 1 – Armonía
PRODUCCIÓN:
Music Net Materials
Jacqueline Peters Lafourcade, Gastón Lafourcade, Hugo Murialdo, Gaspar (nieto) y Andrea Lafourcade (hija).
Gaspar (nieto), Gastón Lafourcade y Jacqueline Peters Lafourcade.
Jacqueline Peters Lafourcade, Gastón Lafourcade, Hugo Murialdo, Andrea Lafourcade y Francisco Leal.