Comedia chilena a lo Woody Allen, que podría terminar en tragedia de no mediar el buen sentido y la madurez impuesta por las circunstancias. Entretenida, a pesar de alguna fragilidad del guión…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Como en Woody Allen, aquí el tema principal es la inmadurez afectiva. Dos parejas heterosexuales de adultos jóvenes: una “legalmente” casada y la otra no. A un cierto momento, la pareja “formal” invita a vivir juntos a la “informal” lo que, naturalmente, genera desencuentros por su manera de entender la convivencia.
Cuento corto: una noche de borrachera deviene en una embestida de todos contra todos. Y así empieza la película, con tres cuerpos desnudos sobre el piso, más un cuarto que prepara un jugo para “componerlos”.
Los que hayan visto la sinopsis (o “trailer”, como le dicen ahora) saben que la interrogante será la manoseada pregunta: “¿De quién es la guagua?”.
La comedia de Lucho Smok podría devenir fácilmente en tragedia, más que por un asunto de cuernos, por la inmadura forma de enfrentar la situación. Gustavo (Héctor Morales), que narra en primera persona, se va a vivir a casa de su papá (Alejandro Trejo) y Camila (Daniela Ramírez), la “liberada” pareja de Pedro (Tiago Correa) lo abandona. Esto provoca un acercamiento de este último con Dolores (Elisa Zulueta), que se transforma en la verdadera protagonista del film, mientras lleva su embarazo. Entre tanto, una consejera argentina de relaciones de pareja dice la suya.
El film se deja ver, aunque el guión es debilucho y tiende a caer en un estilo televisivo. Temas como el de la paternidad responsable o de “la absurdidad de jurar no tener sexo con otras personas, cuando basta con tratar de no cagártelo muy seguido”, están planteados de manera light.
A pesar de que la perspectiva del matrimonio que plantea Camila no deja de ser real para muchas, que ven sólo deberes para con los demás en vez de una felicidad buscada en conjunto.
Y perder la mujer puede ser tan grave como perder la casa. Un joven que creció sin madre tal vez puede razonar así. ¿O es que eso debe considerarse como una ficción cinematográfica?
Una aclaración de tipo lingüístico: el vocablo swing se ocupa para referirse al intercambio de parejas, pero originalmente se usaba para indicar un golpe de improviso y violento, tanto en el box como en el golf. Y los que tienen mi edad, recordarán un jingle de una bebida refrescante en los años ‘60.
(«Swing». Chile, 2018)
TRAILER DEL FILM:
“Swing”
PRODUCCIÓN:
Bf Distributions
