Con una gran belleza —que mantiene la tradición gótica de Irlanda— el relato crea una atmósfera lúgubre y enrarecida capaz de atrapar al espectador que se mantendrá en ascuas, esperando una explicación a los extraños e inquietantes eventos…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Es un día de 1920 en el que losgemelos Rachel (Charlotte Vega) y Edward (Bill Milner) cumplen 18 años. Viven en una antigua mansión lejos de la aldea y respetan estrictas reglas que les fueron impuestas por sus padres suicidas y que vigilan ocultas presencias.
Mientras tanto, el joven Sean (Eugene Simon) vuelve a casa de la guerra, con una pierna de madera y reencuentra a su hermana Kay (Roisin Murphy) y a su madre, que tiene un negocio de abarrotes.
Lo espera un clima hostil, con un individuo que acosa a su hermana y le dará una golpiza con su pandilla. Demostrará interés por Rachel, que va de compras y retira una carta, que le anuncia la visita del abogado Bermingham (David Bradley; Argus Gazza de Harry Potter): éste dirá a los hermanos que va a ser necesario vender la casa. Pero para Edward eso es imposible, porque “ellos” no lo permitirían nunca. ¿Qué es realmente lo que ata a los hermanos a ese lugar?
Para Rachel —una verdadera Caperucita Roja cuando atraviesa el bosque— la atención que le ha dispensado Sean no la he dejado indiferente y se proyecta hacia el exterior. Ella es volitiva, mientras que Edward es timorato y autolesionista.
Se mezcla el realismo del sobreviviente de la guerra y las duras condiciones de la vida campesina con una atmósfera ambigua e inquietante, que me recuerda La caída de la Casa Usher, de Edgar Allan Poe.
Pero ésta no es una película al estilo de la Hammer, sino que tiene toques morbosos y tintes incestuosos, que se insinúan y que el espectador deberá deducir del relato.
La burbuja lúgubre y macabra se rompe sólo por los problemas prácticos que plantea la llegada del abogado o la incipiente historia de amor con Sean. Pero la atmósfera tétrica y penetrante prevalece construyendo un misterio inquietante, que se equilibra entre culpas del pasado que repercuten en el presente y la banalidad del mal que se expresa cotidianamente en los matones locales.
La película reconstruye una época de grandes cambios y se podría interpretar como una alegoría de la lucha de una mujer por su propia independencia de una situación social opresiva, pero el desarrollo de los acontecimientos dejará en claro que hay mucho más: lo demuestra la simbología del lago, la reiteración de las imágenes especulares y la secuencia final, que no puedo revelar.
El director Brian O’Malley —manteniendo la tradición gótica irlandesa— crea imágenes de siniestra belleza, que atrapa al espectador en una atmósfera mágica de la que sólo él podrá liberarlo.
(The Lodgers. Irlanda, 2017)
TRAILER DEL FILM:
“LOS INQUILINOS”
PRODUCCIÓN:
DC Argentina
