De inveterada actualidad. Tony Manero puede seguir matando, porque nunca se arrepentirá y nunca será castigado por los crímenes que cometió. Su perruna fidelidad encuentra el apoyo de los perros finos y los quiltros… ¡no cuentan! Una millonaria cuarentona es la testigo silente de esta realidad…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Una millonaria cuarentona aburrida y manejada desde siempre por un padre posesivo y prepotente (interpretado magistralmente por Alejandro Sieveking), quiere pasar el rato con unas clases de equitación. Pero el “coronel” que las gestiona es un oficial del ejército que cometió tropelías contra los Derechos Humanos, quien es citado por la Justicia, que no se arrepiente de nada y que no tiene que pedirle perdón a nadie.
Ya se vio a Alfredo Castro como ese émulo de Tony Manero, que cometía crímenes impunemente durante la dictadura y que pasaba por una persona cualquiera con la que podíamos encontrarnos en la calle y en la micro.
El ex uniformado de esta película es de la misma calaña, sólo que contaba con la autorización del régimen y que “cumplía con su deber”.
La sociedad chilena está constituida por perros. Ya un político, que fue ministro del Interior durante la dictadura cívico-militar, en un foro televisivo calificó a un panelista de “quiltro”, mientras él era un “perro fino”. Y esa clasificación se mantiene hasta el día de hoy con los que mantienen su fidelidad a un esquema de violencia corrupta, que dividió a un país de manera tan neta que aún no puede cicatrizar una herida que parece irreparable.
Alfredo Castro ha sido comparado con Al Pacino en su versión de asesino racionalmente frío, pero a Antonia Zegers le falta mucho para ser Sharon Stone por el sólo hecho de desnudarse o de fumar en el despacho del oficial de Investigaciones (sin exhibición de entre piernas, eso sí). Parece que se siente más a gusto como niña bien que como la bailarina revisteril o como la hermana que cuida a los curas pedófilos. Además, aquí no la dirige su marido, sino una cineasta comprometida como Marcela Said.
Esta última ha reiterado que los hechos que presenta son fantasmas de un pasado que siguen existiendo hoy en día. Los chilenos se volvieron arribistas, individualistas y consumistas. Y yo agrego: la solidaridad fue calificada de comunismo; un Papa, a través de un nuncio al que habría de nombrar Secretario de Estado vaticano, se encargó de reemplazar uno por uno a los obispos progresistas por retrógrados pervertidos; no hubo justicia “en la medida de lo posible”; no hubo “nuevos tiempos”; no hubo “crecimiento con equidad”.
Tienen el poder los perros finos y los quiltros siempre serán quiltros, porque… ¡no cuentan!
La podredumbre se huele a través de la película y la directora —en esta producción multinacional— se atreve a presentarla.
(“Los perros”. Chile / Francia / Argentina / Portugal / Alemania / Suiza, 2017)
TRAILER DEL FILM:
“Los perros”
PRODUCCIÓN:
Films Boutique
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