Aventuras a todo dar. Mezclando Jurassic Park, Tiburón y Moby Dick, con la más avanzada tecnología submarina, se disfruta en un contexto políticamente correcto que respeta etnias, edades y género…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Jason Statham, como otros ya conocidos corpulentos hombrones, se ha transformado en el action hero que no tiene poderes, pero sí una vigorosa musculatura y capacidades acrobáticas para enfrentar a los enemigos más peligrosos y presuntamente invencibles.
En este caso, en el rol de Jonas Taylor, se enfrenta nada menos que a un depredador del Paleozoico, que sale a la superficie porque un submarino explorador traspasa una barrera que cubría una fosa que se encontraba bajo el presunto piso de la profundidad oceánica.
El centro de operaciones de la investigación es una plataforma ubicada cerca de Shanghai, construida por una ingeniera de aspecto punk (Ruby Rose) para un científico chino (Winston Chao) en la que trabaja su intrépida hija Suyin (Bingbing Li). Ésta aporta también una pequeña y simpatiquísima hija (Sophia Cai), particularmente expresiva con las cejas. Completan el equipo un experto de raza negra (Page Kennedy), otro de aspecto indio (Cliff Curtis) y algunos caucásicos, entre los que destaca una arriesgada submarinista (Jessica McNamee) que estuvo casada con Jonas.
Por lo tanto, todo es ideológicamente correcto: están representadas todas las etnias y se respeta la igualdad de género. Además, como ya ocurre en otras películas, se incorpora la presencia infantil, que parece que va a ir adquiriendo cada vez más importancia. Y si en Jurassic Park el financista era un hombre mayor, aquí es un millonario cincuentón (Rainn Wilson), que recordó al Orson Welles de El ciudadano Kane.
El guión está basado en la novela The Meg, de Steve Alten, y fue ofrecido a Jan De Bont, Guillermo del Toro y Eli Roth antes de que lo dirigiera Jon Turteltaub, el mismo de los National Treasure (La leyenda del tesoro perdido, 2004, 2007).
La intertextualidad es tan obvia que —si el nombre del protagonista alude al profeta tragado por el gran pez— el monstruo marino tenía que ser de color blanco, como Moby Dick. Por otro lado, pena el Tiburón, de Steven Spielberg.
Pero esto no quita ni pone a poco más de 100 minutos de suspenso y acción inagotables. Los efectos especiales son impecables y —sobre todo en proyección IMAX— se disfruta de la tecnología de avanzada, explorando mundos ignotos gracias a una hermosa fotografía.
(The Meg. USA, 2018)
TRAILER DEL FILM:
“MEGALODÓN”
PRODUCCIÓN
Trailers TC
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