El célebre recital de Humberto Duvauchelle, “La Noche de los Poetas”, esta vez en las voces de los actores Mario Lorca y Daniel Alcaíno —acompañados en los sones de guitarra por Juan Carlos Leal—, fue largamente ovacionado en un emotivo homenaje en conmemoración por el primer aniversario del fallecimiento del notable actor chileno, además distinguido académico de la Universidad de Chile…
Por Francisco Leal Díaz
SANTIAGO (Chile), 14 de Enero – 2020.- El acto fue organizado por la Corporación Teatral de la Universidad de Chile (Cortech, que preside Jacqueline Boudon), y la Facultad de Arte de la Universidad de Chile. El día y la hora parecían poco propicios: lunes 13 de enero a las 12:00 horas, en el salón Eloísa Díaz de la Casa Central de la Universidad de Chile. El salón, sin embargo, se vio abarrotado, con gente incluso de pie aplaudiendo calurosamente. Es que nadie olvida que el gran actor Humberto Duvauchelle —fallecido a los 89 años—, presentó “La Noche de los Poetas” en innumerables ocasiones ante públicos disímiles, completando un total de 1.337 recitales, en diferentes escenarios de Chile, así como en escenarios internacionales.
Humberto Duvauchelle poseía una especial sensibilidad por la poesía y en su repertorio poético incluyó poemas de Pablo Neruda, Oscar Castro, Nicanor Parra, Gabriela Mistral, Nicolás Guillén y Sergio Hernández, entre otros.
Mario Lorca acompañado de Juan Carlos Leal
UN ACTO MUY EMOTIVO
Abrió el acto Jacqueline Boudon, esbozando una semblanza icónica del actor, ante una concurrencia que incluía a prominentes figuras de la escena nacional, así como familiares y amistades cercanas al actor.
Con una trayectoria escénica impecable, Humberto Duvauchelle demostró desde muy joven poseer un enorme talento escénico. El arte dramático era su pasión y percibía su futuro en las tablas, ineludiblemente. Así, el Teatro Universitario de Concepción le abrió las puertas a temprana edad, donde protagonizó diversas obras del teatro clásico. Más tarde, establecido en Santiago, se incorporó al elenco del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, donde compartió escenarios incluso con su hermano Héctor Duvauchelle, otro talentoso actor que igualmente destacaba en los escenarios teatrales chilenos.
A estas alturas, Humberto ya había integrado elencos con obras clásicas de grueso calibre, entre ellas, “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca; “Noche de Reyes”, “La fierecilla domada” y “Macbeth”, de Williams Shakespeare.
En 1959 formó junto a su hermano Héctor y a su pareja, la sensible y bella actriz Orietta Escámez, la “Compañía de los Cuatro”. Se posicionaron de la sala de teatro “Petit Rex”, situada en lugar privilegiado en el centro de Santiago, al lado del entonces concurrido Cine Rex, donde se proyectaban los estrenos más notables de la cinematografía internacional. En la pequeña sala teatral, incluso, se escuchaba en ocasiones algún diálogo de la película de turno exhibida en el cine contiguo.
El centro de Santiago en esos años, antes del golpe cívico-militar de 1973, se había constituido en epicentro de la cultura, donde el público podía encontrar magníficas propuestas teatrales y cinematográficas, de nivel internacional. Tanto los cines como los teatros exhibían en sus carteleras grandes producciones del momento, las mismas novedades que se vislumbraban en Buenos Aires, Nueva York o París.
El Teatro “Petit Rex”, a través de la “Compañía de los Cuatro”, con los hermanos Duvauchelle y Orietta Escámez a la cabeza, exhibieron obras de estreno mundial, batiendo récord inclusive con prolongadas temporadas. La crítica teatral de la época había situado a los estrenos del “Petit Rex” entre los espectáculos imperdibles del año. Llegaron a representar más de 40 obras de autores nacionales e internacionales, aparte de producir ciclos de difusión poética con autores chilenos y centroamericanos, particularmente.
El centro de Santiago exhibía, entonces, una cartelera teatral envidiable, no sólo a cargo de la Compañía de los Cuatro, sino que además estaban el ICTUS, el Túnel, el Aleph, el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica y el Instituto del Teatro de la Universidad de Chile (ITUCH), aparte de teatros de comedias como la sala Américo Vargas, y las salas de la calle San Diego, como el Teatro de la SATCH y el Talía (“teatro de bolsillo”).
Los hermanos Duvauchelle, además, cimentaron su éxito artístico ampliando su campo de acción, actuando en radioteatros, televisión, grabación de discos y recitales poéticos, además de participar en producciones cinematográficas.
APAGÓN CULTURAL
El golpe de Estado cívico-militar de 1973, sin embargo, cortó de raíz las aspiraciones culturales y artísticas de los hermanos Duvauchelle, así como de tantos grupos de teatro, ya sea profesionales o aficionados. El “apagón cultural”, literalmente, extinguió las luces de todos los escenarios santiaguinos. Para muchos artistas de entonces, entre ellos los Duvauchelle, la única perspectiva de sobrevivir era hacer las maletas y partir al extranjero a probar suerte. Para muchos, implicaba a la vez, salvar la vida.
Así, la Compañía de los Cuatro se estableció en Caracas, Venezuela, donde lograron cosechar nuevos éxitos y aplausos pero, a la vez, enfrentaron allí un doloroso drama que los marcaría para toda la vida.
Reconocida su calidad dramática a nivel internacional, tras 17 giras realizadas hasta entonces por diversos países del mundo, Héctor y Humberto Duvauchelle, junto a Orietta Escámez, lograron consolidar un lugar de prestigio en el ámbito cultural venezolano. Así ocurrió hasta la navidad del año 1983. Esa noche, después de celebrar con familiares y amistades, Héctor retornó a su domicilio. Próximo a ingresar a su edificio, fue asaltado con violencia y, en un confuso incidente, perdió allí la vida. Trascendió que fue asesinado por un ciudadano portugués. El mundo artístico se convulsionó; la familia teatral chilena en el exilio había perdido esa noche aciaga a uno de sus máximos exponentes. Este alevoso crimen significó para Humberto cargar con un eterno dolor. Hasta ese día, la Compañía de los Cuatro había presentado con inusitado éxito en los escenarios de Venezuela, portentosas obras teatrales, como “El abrelatas”, de Lanoux; “Agamos el amor”, de Edmundo Villarroel; “El cepillo de dientes”, de Jorge Díaz; “Los acreedores”, de Strindberg; “Los payasos de la esperanza” (Instituto de Investigación Teatral de la Universidad Católica); y “Home”, de David Storey.
Humberto Duvauchelle dirigió, además, nueve obras entre 1977 y 1984: “El juego del Gin”, de D. Coburn; “¿Conoce usted la vía láctea?”, de Wittlinger; “El vendedor”, de Mariela Romero; “El fin de partida”, de Beckett; “Humor a dúo”, de Foissy; “Orquesta de señoritas”, de Anouilh, en co-dirección, entre otras producciones. Simultáneamente, junto a Héctor, habían asumido la dirección artística, técnica y teatral de más de 1.200 recitales, entre ellos, “Oda a lo nuestro”, “Neruda en el corazón” y “El mundo para Bolívar”. Igualmente, tanto Humberto como Héctor, incursionaron con éxito en producciones cinematográficas de Venezuela, entre ellas, “Eva, Perla, Julia y Morituri”, de Mauricio Wallenstein. La crítica elogió la actuación de los hermanos Duvauchelle y Héctor fue elegido en el film “País Portátil” como el mejor actor de cine de 1977.
DOLOROSO RETORNO
Tras once años en el exilio, Humberto Duvauchelle decidió regresar, finalmente, a su patria, para incorporarse, en 1984, como actor de planta del Teatro Nacional de la Universidad de Chile, además de asumir como profesor de educación vocal de la Facultad de Artes.
También su vida sentimental había sufrido desasosiegos y asumió la separación de la talentosa actriz Orietta Escámez, con quien tuvo una hija. Posteriormente formalizó una segunda relación sentimental.
Inquieto y creativo, Humberto abrió luego en Santiago un Taller Actoral, orientado a la formación y crecimiento personal, donde puso toda la carne a la parrilla, transmitiendo a sus alumnos la rica experiencia acumulada a lo largo de su exitosa carrera sobre los escenarios internacionales.
DANIEL ALCAÍNO:
UN ALUMNO AVENTAJADO
En 1990, precisamente, Daniel Alcaíno fue en la Universidad de Chile uno de los alumnos aventajados de Humberto Duvauchelle, hoy un versátil actor que en este homenaje al gran maestro, asumió junto a Mario Lorca y al guitarrista Juan Carlos Leal, la responsabilidad de reanudar los denominados recitales “La Noche de los Poetas”.
“Recuerdo que Humberto me dijo —confesó Alcaíno— que para un actor, las 24 horas del día, lo más importante es el teatro… ‘¿Han visto a un guitarrista arrastrar su guitarra? ¿A un pianista saltar sobre su piano? Cuiden su instrumento: ustedes son su propio instrumento’… Esto me llamó mucho la atención, el amor, el cariño por el teatro… Humberto Duvauchelle siempre fue para mí un referente. Siempre estuvimos en contacto, e incluso me pidió que participara en el lanzamiento de su libro, en la Universidad de Playa Ancha, en Valparaíso… Es un honor estar aquí, en este homenaje, invitado por Mario Lorca, otro gigante de la escena nacional… En esta misma sala, hace dos años, le entregaron a Humberto el Premio ‘Pablo Neruda’, de la Universidad de Chile… Todo calza: yo sigo su ejemplo y me gustaría llegar a ser un gran actor como él…”
Alcaíno dijo haber admirado siempre la intensa pasión que Humberto Duvauchelle puso en su vida, incluso hasta para celebrar un partido de fútbol… “Eso es admirable… Fue una bendición compartir con él esos intensos momentos”.
Finalmente, alcanzamos a abordar a Orietta Escámez, talentosa actriz que tiene mucho que decir de Humberto Duvauchelle: “Este homenaje se lo merece Humberto —dijo, complacida—, particularmente a un año de su desaparición”.
Sin duda, un merecido homenaje a uno de los grandes talentos de la escena nacional, un actor que supo enfrentar las vicisitudes de la vida y plasmar las emociones sobre el escenario, con un timbre de voz particular para declamar, magistralmente, “La Noche de los Poetas”…