Una temática que se ha repetido hasta la saciedad y, en esta primera película, conserva toda su validez. Producida con bajo costo, entretiene y entrega mensajes colaterales absolutamente vigentes en el día de hoy…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Un clásico se reconoce porque mantiene toda su validez a través del tiempo. La noche de los muertos vivientes fue realizada con bajo costo y sigue cumpliendo con su objetivo: entretener y aterrorizar, incluso con nuevos efectos colaterales que pasaré a describir.
Pero primero debo recordar que esta película pasó a ser el arquetipo de una saga que ya acumula más de 3.000 títulos. Sólo Romero realizó El amanecer de los muertos vivientes (Dawn of the Dead, 1978), Día de los muertos vivientes (Day of the Dead, 1985), Tierra de los muertos (Land of the Dead, 2005) y La reencarnación de los muertos (Survival of the Dead, 2009).
Además de El diario de los muertos (Diary of the Dead, 2007), que presenta un nuevo punto de vista, ha habido remakes (Tom Savini, 1990) e imitaciones (incluso una chilena, Videoclub, de Pablo Illanes, 2013) para llegar a la World War Z (de Marc Forster, 2013) y las películas coreanas, que en Chile se han presentado como Estación Zombie (Busanhaeng / Train to Busan y Peninsula, de Sang-ho Yeon, 2016 y 2020).
El relato es conocido y creo necesario señalar solamente algunos detalles.
El blanco y negro y el “llovido” dan la idea de una película antigua con aire de documental, un camino no pavimentado lleva a un cementerio de Pennsylvania en el que flamea una bandera de los Estados Unidos. Por la conversación se sabe que son las 8 P.M. y que, por la época del año, aún es de día: un calendario en la granja, donde huye la protagonista, informará al espectador que la acción transcurre en diciembre de 1966. Es decir, la Guerra de Vietnam está en su apogeo y también las luchas por los derechos civiles de los negros. Y, precisamente, el protagonista es un afro a pesar de que, según el director, no es más que una coincidencia: Martin Luther King va a ser asesinado el 4 de abril de 1968, poco antes del estreno de la película. Por otro lado, se criticó al personaje de la mujer joven traumada, que huye con abrigo y sin zapatos, por su pusilanimidad. Sin embargo, me gusta la secuencia de la cajita de música.
Como ocurrirá con las películas de desastres de los años ‘70, la necesidad de sobrevivir rebaja al ser humano a su condición de bestia y puede comportarse como tal. La radio y la televisión son los medios que mantienen en comunicación con “el mundo exterior”. Pero —¡atención!— esa casa con puertas y ventanas tapiadas para defenderse de los invasores me hacen pensar en las actuales hogares y condominios llenos de rejas, que las transforman en prisiones para defenderse de los delincuentes.
Debo aclarar que los “zombies” pertenecen al folklore haitiano (incluso algunos pensaban que François Duvalier era uno de ellos) y serían muertos reanimados por rituales vudú. El tema, entre paréntesis, ha sido tratado eficazmente por Wes Craven en su película La serpiente y el arcoíris (The Serpent and the Rainbow, 1988). En este caso, ni siquiera tenemos “no-muertos” (undead), sino muertos que se transforman en antropófagos por efecto de radiaciones provenientes de un satélite, que regresa del planeta Venus.
Y no falta el toque morboso: uno de los cadáveres que acosan la casa es una mujer joven desnuda.
Estados Unidos siempre ha necesitado de un enemigo de turno para afianzar su hegemonía. En los años ‘50 fueron los mismísimos marcianos, mientras que los japoneses lanzaban la alegoría de Godzilla. Los muertos vivientes abrieron una nueva posibilidad y derivaron después a la constatación que “cuando ya no haya más espacio en el infierno, los condenados volverán a la Tierra”.
Mientras tanto, el cambio climático está mutando a la especie humana.
(“Night of the living dead”. USA, 1968)
TRAILER DEL FILM:
“LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES”
PRODUCCIÓN:
thirstyforblood89
