Con la estética de la novela gráfica, una heterodoxa historia de amor dentro de un marco de horror y violencia. Según parece, para la joven directora iraní, Ana Lily Amirpour, no todo está perdido…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Los que gustan de las franquicias de vampiros (incluso Crepúsculo) me entenderán de inmediato si digo que, en particular, una delicada secuencia sentimental, les recordará la película sueca Déjame entrar (Låt den rätte Komma in, de Tomas Alfredson, 2008).
La publicidad apunta a un western al estilo de Sergio Leone, pero —en mi opinión— resulta transparente la influencia de Sin City, de Frank Miller (incluida la película que codirigió con Robert Rodriguez, en 2005).
Ana Lily Amirpour, iraní nacida en Inglaterra en 1976, crea una Bad City (“Ciudad Mala”) en la que abundan las bombas de extracción petrolera, junto a una planta de energía y en la que el lecho de un río sirve de fosa común. Se filmó en Taft, California, pero podría ser en un suburbio del actual Irán o de cualquier parte del mundo, porque el espléndido blanco y negro le da el aspecto universal de una novela gráfica.
Arash (Arash Marandi), al que se quiere dar un aire de James Dean o Marlon Brando, pierde el automóvil que le ha costado 2.191 días de trabajo por culpa de su padre (Marshall Manesh), que es un “junkie”, un drogadicto. Se lo lleva un traficante (Dominic Rains) al que el viejo debe dinero y él sólo gana algunas monedas prestando servicios como jardinero y el riesgo de transformarse en un ladrón.
A este punto, es importante el rol que cumplen los espejos, porque el espectador piensa que está viendo la realidad y después se da cuenta que es sólo un reflejo de ella. La ambigüedad queda en evidencia más que nunca cuando “la chica” realiza un juego de acoso especular a cada lado de la calle con el padre.
Sheila Vand (con su mediterráneo aspecto, similar a Irene Papas) es la innominada muchacha misteriosa, vestida con un chador, que me recuerda a Valak, la monja de El conjuro 2 (The Conjuring 2, de James Wan, 2016) y el spin-off La monja (The Nun, de Corin Hardy, 2018). Pero también me trae a la memoria a la mítica Viuda chilota. Debería transmitir la imagen inquietante del mal y, en cambio, constituye una fuerza vital que —en un momento de “prueba de amor”—, acepta que le desfloren los lóbulos de las orejas.
Y es que Arash, ingenuo y drogado, disfrazado de Drácula, no sabe el peligro al que se enfrenta cuando la ve por primera vez. Tampoco la prostituta (Mozhan Marnò) a la que perdona porque vende su cuerpo por necesidad y al niño (Milad Eghbali) porque promete que va a ser bueno.
La extraña pareja (la vampira y el joven desubicado), acompañada por un gato vagabundo aquerenciado, resulta ajena al mundo tenebroso y criminal en que viven. Cito una frase: “Sólo la gente rica y los idiotas creen que pueden cambiar”.
Mientras tanto, símbolo del outsider es el travesti que juega con un globo (Reza Sixo Safai). ¿Cómo irá a terminar esta historia?
A final de cuentas, es verdad que el amor une y redime, dando paso a un mundo poético donde todo es posible. ¡Muy buena!
(“A Girl Walks Home Alone At Night”. USA, 2014)
TRAILER DEL FILM:
“UNA CHICA VUELVE A CASA SOLA DE NOCHE”
PRODUCCIÓN:
Vice
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