La ruptura de una relación matrimonial de 29 años, vista desde la perspectiva del único hijo, lleva a reflexionar acerca de los afectos y de los compromisos de la vida de pareja…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
La voz en off corresponde a la de Jamie (Josh O’Connor), que recuerda como jugaba en las pozas de la baja marea junto al acantilado de Hope Gap, en Seaford, ubicado en el Sur de Inglaterra. Él vive en Londres y hace tiempo que no visita a sus padres, que viven allí.
Un llamado de su progenitor lo decide a ir a pasar con ellos un fin de semana y se encuentra con la sorpresa de que éste ha resuelto dejar a su madre después de 29 años de matrimonio. Ella está igualmente sorprendida, no sabe nada de una relación extramarital que dura desde hace más de un año y trata de retener al marido sin éxito.
Hasta aquí el planteamiento de la película, que no se alarga mayormente y que tampoco recurre a manoseados clichés ni insoportables episodios estridentes. No se trata de una película norteamericana, sino británica y la diferencia se nota. De hecho, la temática principal está constituida por la reflexión acerca de la vida de pareja y de sus alcances.
Grace (Annette Bening) y Edward (Bill Nighy) han estado juntos como tantos otros cónyuges: una existencia incolora, en la que no falta lo material ni tampoco lo intelectual. La carencia es de un afecto verdadero. Cada uno ha sido, en realidad, prisionero de las expectativas del otro, lo que ha generado una montaña de sentimientos de culpa que aplasta.
La existencia matrimonial se ha reducido a representar un papel que ambos conocen de memoria, lo que lleva a una relación de silencio y de infelicidad. De allí la necesidad de dejar lo que no es un hogar, sino una prisión.
Y libertad no quiere decir libertinaje: Edward no busca satisfacción sexual ni económica; sólo compañía. Incluso, confiesa a su hijo que inició su relación con la madre, porque lo consoló cuando éste perdió a su padre. El muchacho, que no es gay, ha tenido también dificultades para encontrar un alma gemela y, al parecer, por una genética timidez.
Por su parte, Grace, ante un matrimonio muerto, no acepta un divorcio conveniente desde el punto de vista financiero y se cubre con la presunta conveniencia de ser viuda, mientras compra un perro obediente al que da el nombre del marido.
Por otro lado, su incorporación a una institución que ayuda a personas en situaciones terminales, completa la necesidad de seguir con vida. No por nada, toda la trama tiene como trasfondo un hecho histórico: la retirada de Napoleón de Rusia, con sus aspectos más truculentos, en particular el sacrificio de los heridos para salvar el propio pellejo.
Una fotografía bellísima, con el monótono repetirse de las olas que llegan hasta la playa, y una música suave que acompaña el sonido de la naturaleza completan una cinta bien confeccionada, bien actuada y placentera.
(“Hope Gap”. Gran Bretaña, 2019)
TRAILER DEL FILM:
“REGRESO A HOPE GAP”
PRODUCCIÓN:
Trailers y Estrenos
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