Película hecha en China, pero con ritmo de “cliffhanger” de Hollywood de otros tiempos. En mi opinión, no es para tomarlo en serio y puede incluso entretener…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Jackie Chan impuso un tipo de artes marciales cinematográficas, que se basaba en una mirada humorística permanente y una acción irrefrenable. Pocos recuerdan el argumento de sus películas, pero sí que corría con una bicicleta por encima de los techos.
Ahora, con sus 67 años (nació el 7 de abril de 1954), tal vez no tiene la misma agilidad, pero sí el carisma necesario para hacer reír, puesto que no se pueden tomar en serio las vicisitudes que él y su equipo llevan a cabo en esta cinta.
No me voy a referir al relato, porque es demasiado lineal, sino a la estructura que me recuerda antiguas películas de Hollywood, pero en un ámbito que aún no había sido explotado de manera tan flagrante: el “cliffhanger”. O sea, la serial (generalmente Republic, pero también Universal y Columbia), que se exhibía semanalmente y que siempre quedaba con uno de los “buenos” (o con “la niña”) en peligro de muerte. El público sabía que se iba a salvar, pero el misterio estaba en el cómo.
Operación Vanguardia, que ya el título trae a la memoria el vetusto género, se basa en un montaje en el que cada episodio de peligro se resuelve con un “fade out” y la pantalla se va a negro. Un solo ejemplo: cuando —en una acción absolutamente imposible—, evitan caer por la catarata.
Al respecto, me permito recordar que ese recurso ha sido utilizado incluso para entregar un final abierto a exitosas series de televisión, como Dallas, Twin Peaks, Lost o Los Expedientes Secretos X.
Y tiene, incluso, un nombre: Efecto Zeigárnik, en homenaje a su descubridora, la psiquiatra soviética Bliuma Zeigárnik (1900-1988).
¿En qué consiste? En que se tiende a recordar más fácilmente una actividad interrumpida, que una concluida.
Y en esta Operación Vanguardia no importa que haya cabos sueltos. De hecho, todo el argumento es una serie de cabos sueltos que sirven para poner en acción luchas cuerpo a cuerpo, balaceras y persecuciones en diferentes medios de transporte.
Si ya la serie del Agente 007 no es para tomarse en serio, aquí definitivamente estamos al límite de la parodia. E incluye —para beneplácito del público masculino heterosexual—, una Chica Bond buena para la patada, el combo, las armas de fuego (una en cada mano), el automóvil y la motocicleta. Pero no sólo eso: también lleva a cabo una sesión fotográfica en traje de baño a cargo de un agente disfrazado con chaqueta rosada y que se expresa con voz afeminada. La exhibición de la joven, en todo caso, justifica el costo de la entrada. Se llama Miya Muqi, es modelo, y nació en Yunnan (China) el 20 de mayo de 1987: no tengo el número de su celular.
Sólo para justificar que la vi y no me la contaron, puedo decir que el tema del contador amenazado de muerte es típico de las películas sobre las actividades mafiosas (verbigracia Los Intocables / The Untouchables, de Brian De Palma, 1987), como asimismo el secuestro de la hija como rehén. Sólo que, en este último caso, retrocedemos al cine mudo: con la muchachita que hace amistad con leones en África se retrocede a Los peligros de Paulina (The Perils of Pauline, 1914). Y los automóviles de oro puro, de diferentes modelos, me hicieron pensar en una película de Richard Quine, que protagonizaron, en 1956, Paul Douglas y Judy Hollyday: El cadillac de oro (The Solid Gold Cadillac).
¡Bien por Jackie Chan, el director Stanley Tong y su staff! ¡Me imagino que deben haberse divertido! ¡Ah! Como película de corte familiar, no tiene muertes truculentas ni sexo explícito.
(“Vanguard. China”, 2020)
TRAILER DEL FILM:
“OPERACIÓN VANGUARDIA”
PRODUCCIÓN:
Cineplex
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