Verdadera tercera parte del clásico de hace 37 años, que rinde un homenaje a Harold Ramis y abre nuevos espacios hacia otras aventuras con una nueva generación de “ghostbusters”. No sólo es simpática, sino que ¡muy buena película!…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Mienbro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
¡Qué nostalgia! Los héroes del cine no envejecen, pero sí los Cazafantasmas originales.
Fui a ver esta secuela con un cierto recelo, porque el reboot dirigido por Paul Feig en 2016 me pareció un insulto, que tenía como rescatable sólo la calidad de las protagonistas, que hacían lo que podían con un guión impresentable.
Ésta es la verdadera tercera parte y no sólo es simpática, sino que es ¡una muy buena película! Y explico de inmediato el por qué.
En línea de máxima, una producción de este tipo se apoya en los efectos especiales y —si bien éstos existen—, aquí no son su elemento principal, sino el lado humano y cómico del relato.
Los verdaderos protagonistas son dos preadolescentes, soberbiamente interpretados por el judío canadiense Finn Wolfhard (2002), que ha aparecido como el joven Richie Tozier de los dos capítulos de It ( de Andy Muschietti, 2017 y 2019), en Presencias del mal (The Turning, de Floria Sigismondi, 2019), en El jilguero (The Goldfinch, de John Crowley, 2019) y la texana Mckenna Grace (2006), que —en su amplia filmografía— se ha destacado por sus interpretaciones de Amityville: El Despertar (Amityville: The Awakening, de Franck Khalfoun, 2017) y Yo soy Tonya (I, Tonya, de Craig Gillespie, 2017).
Son ellos el motor de la película en el rol de los nietos del personaje que interpretó Harold Ramis en las dos primeras partes y que muere oficialmente al comienzo de ésta. En realidad, falleció en 2014, pero las maravillas de la computación harán posible que resurja como un fantasma. ¡Y no digo más!
Los dos jovencitos (Trevor y Phoebe), que en la cinta tienen 15 y 12 años, respectivamente, se “roban” la película. Junto con su madre Callie (Carrie Coon), que los tuvo soltera, son desalojados de la casa que habitan y se trasladan a un pequeño pueblo en el medio de la nada donde ocurren hechos extraños y donde vivía el misterioso abuelo Egon Spengler en una no menos misteriosa casa de campo. Allí, cada miembro de la familia hará una amistad aparentemente durable: la cuarentona con un heterodoxo profesor (Paul Rudd), que escabulle sus clases haciendo ver a sus alumnos películas de terror (Cujo, Chucky); Phoebe con un niño asiático, que produce su podcast (Logan Kim); y Trevor con una muchachita afroamericana (Celeste O’Connor), que trabaja en un fastfood y es la hija del sheriff.
Poco a poco —con un estilo que me recuerda The Goonies (de Richard Donner, 1985)—, son los niños los que llevan adelante la aventura en la que los adultos son meros espectadores hasta que… ¡Pero no! ¡No puedo ser un spoiler! ¡Tienen que verla! Como asimismo no abandonen la sala (¡ojalá con efectos de Sensurround, porque hay movimientos sísmicos!), hasta que termine la proyección: hay más de un bonus track.
La cinta es un merecido homenaje a Ramis (que escribió y dirigió otros éxitos cinematográficos, como Hechizo del tiempo / Groundhog Day, 1993) y significa también un cambio generacional, que creo que tendrá buenas consecuencias. No sólo ahora son los nietos los que “no tienen miedo de los fantasmas”, sino que el director es Jason Reitman, hijo de Ivan Reitman, director de las dos primeras partes. En todo caso, Jason ya ha dado muestras de su capacidad con títulos como Juno (2007), Amor sin escalas (Up in the Air, 2009) y Tully (2018).
¡Gran diversión familiar asegurada!
(“Ghostbusters: Afterlife”. USA, 2021)
TRAILER DEL FILM:
“LOS CAZAFANTASMAS: EL LEGADO”
PRODUCCIÓN
Movie Stereo