Un divertimento de principio a fin para los seguidores de la franquicia y también para los que se acercan a ella por primera vez. Como las otras, es una trampa en la que es placentero caer, si no se toma en serio. Porque esto último puede ser un riesgo…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Miembro del Círculo de críticos de Arte de Chile
Parece que esta vez la menuda israelita, Natalie Portman (1,60 m), no tuvo problemas en besar en primer plano al gigantón australiano Chris Hemsworth (1,91 m). Ni éste tuvo problemas en mostrarse guatón ni en exhibir sus agonales nalgas en público, mientras que su sexo —prudentemente insinuado, pero no en evidencia, tal vez para evitar decepciones—, provoca desmayos y nerviosas reacciones de las espectadoras del acontecimiento, unidas al fanático mundo LGTB.
Éste, por su parte, quedará satisfecho por la presencia de una Reina Valkiria lesbiana interpretada por Tessa Thompson.
Es necesario señalar todo esto, porque la gracia del Mundo Marvel consiste en efectuar constantes alusiones y hacer participar a personajes de otras franquicias (en este caso Los Guardianes de la Galaxia), y a la vida personal de las actrices y actores. Hasta el director maorí-ashkenazi, Taika Waititi, interpreta a Korg, miembro de un pueblo unisexual, pero que puede procrear a través de un rito especial.
Examinar el relato de este Thor: amor y trueno, es absolutamente inoficioso, puesto que se desarrolla en dos horas que no dan respiro ni tiempo para aburrirse.
¡Atención con los dos bonus track en los créditos del final!
No está en multiverso, pero sí avanza en el mundo “real” y el mundo “imaginario”. Es así cómo un narrador presenta una leyenda, que se conecta con el mundo actual.
Jean Foster es confundida con Jane Fonda y con Jodie Foster.
La música incidental pertenece a Guns’n’Roses y otros grupos de rock.
Cuando el cohete se estrella contra el Planeta de las Tinieblas hay un evidente homenaje a Georges Meliès. El martillo Mjolnir es manejado ahora por la Poderosa Thor, alter ego de Jean, y Thor tiene a su disposición al hacha Stormbreaker (Rompetormentas), que tiene reacciones antropomorfas.
El elemento verdaderamente nuevo es Gorr (un siempre sorprendente y extraordinario Christian Bale), que es un “malo” de nuevo tipo, esto es con causa.
En un proemio alucinante, queda en claro que, como tantos hombres en tantas épocas, está desilusionado de los dioses por los que tanto ha sacrificado (incluso a su hija), pero no ha recibido nada a cambio. Viene a ser el mismo drama de Wanda / Bruja Scarlet que perdió a sus gemelos, lo que crea un “trend Marvel” que se podría calificar como “genitura castrada”.
Pero Gorr va más allá de la venganza personal. Lo suyo es el desprecio por los que representan el poder. De hecho, los antiguos dioses, que habitan en Omnipotence City, son personajes para la risa, empezando por un caricaturesco y fatuo Zeus (Russel Crowe, en la antítesis de Gladiador), que recuerda a ciertos líderes anglófonos que, con su adiposa presencia, han repletado la pantalla del televisor.
Contra ellos, el “engendro maligno” tomará la decisión del Flautista de Hamelin y se llevará a las niñas y niños de las varias nacionalidades.
De allí que surja la respuesta de una paternidad responsable, que es claramente otro de los mensajes subliminales de la cinta. Un “mino” con delantal de cocina es algo muy distinto del pusilánime padre de Jim, en Rebelde sin causa (Rebel without a cause, de Nicholas Ray, 1955). ¿O no?
Escarbando sobre la superficie, se descubre que hay más de un mensaje “in nuce”.
Como todo el Mundo Marvel, la película es una trampa en la que se cae y de la que es muy difícil escapar. El mundo del cómic es así. El lector aparta los ojos del papel impreso y se encuentra con la realidad. En el cine, al encenderse las luces, se tiende a transportar lo visto y oído a la realidad.
(“Thor: Love and Thunder”. USA, 2022)
TRAILER DEL FILM:
“THOR: AMOR Y TRUENO”
PRODUCCIÓN:
Marvel Latinoamérica Oficial
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