“EL CASTIGO” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Película de buen suspenso, sobre todo por el efecto lumínico del día, que se va mientras se busca a un niño perdido en un bosque. Mientras tanto, se evidencia el conflicto de familia que ha dado origen a esa situación…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile
 

Matías Bize (Santiago de Chile, 1979), es uno de los buenos directores de cine vigentes en Chile. He tenido la suerte de ver casi todas sus películas y puedo decir que tienen un común denominador: la agorafobia.

En efecto, sus personajes se mueven en espacios cerrados, pero —sobre todo—, están encerrados en sí mismos, lo que me hace recordar a un genio del cine universal: Antonioni.

Los ejemplos de cuanto digo son evidentes: En la cama (2005), transcurre en un motel donde un hombre y una mujer desconocidos han ido para tener sexo; La vida de los peces (2010), se caracteriza porque sus protagonistas no salen de una casa, así como no lo conseguían los burgueses de El ángel exterminador, de Luis Buñuel (1962); La memoria del agua (2015), es una elegía acerca de una pareja que no se reencuentra después de la muerte del hijo, que se ahogó en la piscina; y Mensajes privados (2022), se sirve del enclaustramiento provocado por el Covid-19 para transmitir la amargura de las ocasiones perdidas.

Y, El castigo, me trae a la memoria intertextual precisamente La aventura (L’avventura, 1960), de Michelangelo Antonioni.

En el caso de esta cinta, el espacio cerrado paradojalmente es un bosque, como el de un cuento de Charles Perrault o, de los Hermanos Grimm (me refiero, por ejemplo, a Caperucita Roja o a Pulgarcito).

Por la irresponsabilidad de los padres cuarentones (interpretados por Antonia Zegers y Néstor Cantillana), un niño desaparece cerca del lago Ranco, junto a la carretera, y no lo pueden encontrar. Llaman a carabineros y se presentan una sargento (Catalina Saavedra está magistral en su rol de suboficial dura, pero sensible por su rol de madre), junto a un subordinado sin rango. De las contradictorias declaraciones empieza a aclararse la situación y también sale a relucir el conflicto familiar que ha dado origen a esa situación.

Fotográficamente repite, en parte, la experiencia del plano secuencia de Sábado, una película en tiempo real (2003).

Según me informó el mismo Bize, la secuencia principal fue filmada sin cortes siete veces al atardecer de siete días distintos, lo que explica por qué el relato se desarrolla en tiempo real. Al final, escogió la toma número 6. Ésa es la razón por la que la luz va declinando en la medida que pasan los minutos inexorablemente.

Y es, sobre todo ese efecto lumínico, el que aumenta el suspenso por la suerte del hijo mientras los padres traspasan su angustia al espectador.

Como siempre, no debo contar la trama. Diré sólo que es significativa la transformación de la madre, la cual —desesperada—, trata de autoconvencerse que cumplió bien con su rol. Mientras tanto, al irse poco a poco la luz, su rostro se arruga y avejenta tomando el aspecto de una megera mitológica. Porque, sin decirlo expresamente, el guión de Coral Cruz cuestiona el rol que los progenitores deberían siempre cumplir con respecto a los que no pidieron nacer.

(“El castigo”. Chile, 2022) 

TRAILER DEL FILM:

“EL CASTIGO” 

 DISTRIBUCIÓN:
Market Chile 

 

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