Tres historias japonesas en las que se habla de sexo desde un punto de vista femenino y en las que los varones salen mal parados. Ryûsuke Hamaguchi sabe ser penetrante, sin ser invasivo…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
El erotismo ha estado siempre presente en el arte japonés y su cultura milenaria se vio oscurecida por los cánones morales del puritanismo victoriano que introdujo el Occidente, sobre todo entre las dos guerras.
Pero la vitalidad sexual ha seguido existiendo en su literatura y fuertemente en el cine en estas últimas décadas. Baste un ejemplo: El imperio de los sentidos (Ai no korîda, de Nagisa Oshima, 1976).
En esta película, el eje central es el sexo, pero no la exhibición sexual. Su título original (偶然と想像), significa “coincidencia e imaginación” y las tres historias que la componen aluden a cómo —a fin de cuentas—, la fortuna depende de nuestras propias acciones.
Todo está visto desde la perspectiva femenina y los varones salen mal parados, pero no como ocurre en las películas estadounidenses y europeas. En el cine occidental, generalmente los hombres se equivocan y pagan por ser trasquilados cuando van por lana. Aquí son víctimas de su propia incapacidad de enfrentar y resolver los problemas que ellos mismos se generan.
En las tres historias, el común denominador es una mujer joven que se enfrenta a una situación inesperada. Una larga conversación dentro de un auto, entre dos muchachas, sirve para que —muy sueltas de cuerpo—, hablen de sus intereses sentimentales con respecto a un “mujeriego”. Una adulta joven, para dar el gusto a su amante, accede a tender una trampa a un profesor leyéndole un texto de fuerte contenido sexual que él mismo ha escrito. Una lesbiana, que ha regresado a la ciudad donde estudió para una reunión de antiguas compañeras, cree reconocer en la calle a su antiguo amor.
La cinta está hecha de palabras y de silencios que son robados por la cámara. El director, Ryûsuke Hamaguchi, es particularmente penetrante, sin ser invasivo. Me explico: sigue conversaciones muy íntimas, pero el espectador no se siente incómodo (como, por ejemplo, me hace sentir el inglés Mike Leigh), ya que todo fluye naturalmente.
Los hechos transcurren en el Japón contemporáneo, con un pequeño cambio en la tercera historia: un virus ha borrado toda la información de los computadores. De allí que el reconocerse es de nuevo personal y no a través de máquinas. Y la fantasía puede suplir el sueño perdido o la esperanza nunca satisfecha.
(“Gozen to sozo” / “Wheel of Fortune and a Fantasy”. Japón, 2021)
TRAILER DEL FILM:
“LA RUEDA DE LA FORTUNA Y LA FANTASÍA”
PRODUCCIÓN:
Cine Maldito
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