Homenaje al tipo de exhibición cinematográfica que va desapareciendo, desde la perspectiva de una cincuentona esquizofrénica cansada de abusos y sinsabores. ¡Muy buena! En la Región Metropolitana, sólo se exhibe en el Cine El Biógrafo…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
La metáfora de la luz tiene que ver con el reguero luminoso que parte del proyector cinematográfico hacia la pantalla permitiendo ver el mágico mundo imaginario de una película. Pero se conjuga también con el nombre del gigantesco Cine Imperio, ubicado en Margate (condado de Kent, costa sureste de Inglaterra) y transformado en multisala con un piso completo inutilizado.
Me hizo recordar, con nostalgia, grandes cines de Santiago de Chile, como el Gran Palace, el Rex, el Astor o el Windsor.
Cuando Norman, el operador (Toby Jones), explica amorosamente los secretos de la proyección, es imposible no recordar al Alfredo de Nuovo Cinema Paradiso (de Giuseppe Tornatore, 1988), y a tiempos no tan pretéritos que han dado paso a lo digital descartando tal vez para siempre el celuloide.
La película se desarrolla en 1981 y es posible recorrer el paso del tiempo con estrenos que llegaron a Chile con títulos como Toro salvaje, Carros de fuego, El show debe seguir, Los hermanos Caradura.
Sam Mendes quiere celebrar aquellas películas que marcaron a los jóvenes de su edad en ese momento, o sea, aquellas que vuelven a la memoria por alguna razón especial. Porque el cine cumple una función terapéutica social e individual: ello se ve en la entretención que condensa ese rayo de luz, pero también en el efecto sanador que puede tener en la protagonista.
Eran tiempos duros, con un racismo endémico, que se expresa en una violencia sin control. Es la época de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, que se encargaron de barrer con las utopías. Y Hilary (una espléndida Olivia Colman), es una cincuentona, que viene saliendo de una crisis nerviosa no bien precisada, que ha dejado hasta ese momento su vida en esa sala de espectáculos. Viene a ser una jefa sin aspiraciones y, de hecho, no es siquiera la amante del administrador (Colin Firth): su rol es el de una monigote para el placer barato en los ratos de descanso en la oficina de éste. En realidad, el tipo es un abusador de su infelicidad.
En medio de esta rutina, aparece Stephen (el jamaicano Micheal Ward), con el que establece una relación primero tierna y, luego, apasionada: digno de recordar el episodio de la paloma herida. Podrían encarnar un futuro mejor para Gran Bretaña, pero no es fácil sobre todo cuando la violencia se expresa no sólo en una pateadura frenética sino también en el espectador que se niega a cumplir con la normativa de no entrar a la sala comiendo.
Tampoco la relación de la pareja es sólida y se aprecia cuando, durante una placentera ida a la playa, ella sufre una explosión de ira que la lleva destruir el castillo de arena, que es todo un símbolo de la felicidad efímera.
Sin embargo, no todo está perdido. Locos de remate (Stir Crazy, de Sidney Poitier, 1980, con Gene Wilder y Richard Pryor), es un símbolo de que todo es posible. Pero, sobre todo, Desde el jardín (Being There, de Hal Ashby, 1979, con Peter Sellers), nos recuerda que “la vida es un estado de la mente”.
Y don Pepe Daire Cortés me dijo una vez que los exhibidores cinematográficos “somos mercaderes de sueños”.
(Empire of Light. USA, 2022)
TRAILER DEL FILM:
“El IMPERIO DE LA LUZ”
PRODUCCIÓN:
20th Century Studios España
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