“BLANQUITA” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Película estremecedora no sólo para los que siguieron los hechos en la vida real, sino para todo aquél que se plantee una relación entre la vida real y la que impone la sociedad. Siento un trasfondo de drama escandinavo, en particular del noruego Henrik Ibsen…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

Para uno que siguió la noticia de la red de abuso sexual a menores de edad, es difícil substraerse a recordar los “hechos reales” que se certifican al final de la película. Máxime, cuando Fernando Guzzoni plantea realidades indesmentibles que, en otros países, pueden aparecer como ficción, pero que en Chile se aceptan no ya como crónica, sino como historia.

Un ejemplo, que vale por todos, es el diálogo (magistralmente interpretado por Alejandro Goic y Jaime Vadell), que se establece entre el cura Manuel y el cardenal. Este último, después de haber rezado el avemaría, con lenguaje soez ordena al sacerdote que deje de interesarse en el caso.

El guionista-director no necesita decir más: queda en evidencia que —luego de un clero tildado de “comunista” por haber protegido los derechos humanos —un nuevo Papa (elegido después de la extraña muerte de su predecesor), ha descabezado al episcopado que cumplió con su deber cristiano y lo ha substituido por personajes incoloros o que definitivamente han protegido a los pedófilos.

El tema de los homosexuales queda fuera, pero muchos recordarán que el juez a cargo del sumario fue sorprendido en un sauna gay: si no, es muy probable que hubiera dejado libres a los responsables de la explotación infantil en sexo y pornografía.

Los espectadores pueden sacar sus propias conclusiones, pero lo que me interesa no es tanto la fábula cuanto el relato.

Empiezo por subrayar el aspecto lúgubre de la fotografía, que me recordó el de otra película de Guzzoni: Carne de perro (2012), que tiene como protagonista a un torturador de los servicios secretos (ver archivo de CANDILEJAS).

En ambos casos, me pareció ver una película en blanco y negro y —en verdad— es, por un lado, el contraste que se quiere establecer entre la maldad y la justicia y, por el otro, un mundo podrido y deprimente.

No voy a hablar acerca del ambiente desagradable en el que le tocó (y le toca) vivir a la ciudadanía honesta de Chile o de la displicencia que exudan los que tienen el poder.

Quiero detenerme, en cambio, en la caligrafía con que el realizador ha descrito a los personajes, a partir de la excelente debutante, Laura López.

Su psicología me recuerda los dramas de Henrik Ibsen y, la ausencia de la luz natural, intensifica  la atmósfera asfixiante. No es sólo el Dr. Stockmann que admite que “el hombre más fuerte del mundo es el que está más solo” (Un enemigo del pueblo), sino también la necesidad de mantener una imagen respetable ante la sociedad (Espectros) y la afirmación que “si quita usted la mentira vital a un hombre vulgar, le quita al mismo tiempo la felicidad” (El pato salvaje).

Y así, como La dama del mar, tiene enfrente una opción de vida, los protagonistas se ven envueltos en una existencia turbulenta como Hedda Gabler y Peer Gynt.

(Blanquita. Chile / México / Luxemburgo / Francia / Polonia, 2022).

 TRAILER DEL FILM:
“Blanquita”

 

PRODUCCIÓN:
Film Affinity
 

 

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