En el sur de Chile, una suicida cuyo cadáver nunca fue encontrado, reaparece y —entre otras cosas—, es un símbolo de la vida que desaparece con pocas esperanzas de resurrección…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
¿Por qué se aparece una muerta suicida cuyo cadáver nunca fue encontrado?
En una clásica película de terror de Hollywood sería porque busca venganza. En otros ámbitos cinematográficos, porque quiere pedir algo o completar una tarea inconclusa.
En esta producción chilena, no queda claro de inmediato por qué la difunta regresa después de tanto tiempo, pero algo se vislumbra por su manera de actuar.
Desde el fondo del río, sobre el cual flotan peces muertos por la contaminación de descargas de celulosa, surge Magdalena (la actriz argentina Mía Maestro), a lo Monstruo de la Laguna Negra, vestida de motociclista, como falleció muchos años antes.
Es más: la directora juega con el parecido entre ella y su hija Cecilia (Leonor Varela), que ahora es una cirujano de prestigio y tiene dos hijos, pero —como corresponde a nuestros tiempos—, uno es trans y ella no tiene marido conocido. Tiene sí un hermano (Marcial Tagle), que no ha sabido manejar la lechería familiar de la que todavía se ocupa Enrique, el padre (Alfredo Castro).
En esta desunida familia, la aparición del fantasma provoca distintas reacciones. De hecho, el viudo sufre un infarto, por el que su hija, que trabaja en otra ciudad, debe acudir a atenderlo; Cecilia reacciona de manera violenta: “¡No te queremos aquí!”.
Las que comprenden la situación de inmediato son la nieta (Laura del Río), que la acoge como abuela, y la doméstica Felicia (María Velásquez), que se limita a preguntarle: “¿A quién ha venido a buscar?”.
Su preocupación no es por ella misma, que ya ha vivido, sino por los niños.
Se trata de un ambiente ya deteriorado ecológicamente en el que empieza a reinar la muerte, como aprecia el público desde la primera toma. Y —¡atención!—, también las abejas (que son todo un símbolo) se han ido.
La muerta no habla, pero su expresión corporal es evidente. Su regreso se siente como la visita de alguien que necesita completar una existencia en la que sólo fue una reproductora de hijos, así como las vacas tienen terneros que sirven sobre todo para producir la leche que después se vende.
El episodio con los motociclistas (que incluye un orgasmo sin consumar el acto sexual), o la relación con la nieta en cuerpo de muchacho (Enzo Ferrada Rosati), indican cierres de un ciclo.
Este primer largometraje de Francisca Alegría —en cuyo guión participaron Manuela Infante y Fernanda Urrejola—, no tiene un relato fácil, ni pretende tenerlo.
Por la sencillez y falta de la histeria de las películas de terror, me recordó el estilo de M. Night Shyamalan y —sobre todo—, La dama en el agua (Lady in the Water, 2006).
Buenas actuaciones, excelente fotografía y música envolvente sin estridencias. Recomendable para los cinéfilos.
(La vaca que cantó una canción hacia el futuro. Chile / Francia / Estados Unidos / Alemania, 2022)
TRAILER DEL FILM:
“LA VACA QUE CANTÓ UNA CANCIÓN HACIA EL FUTURO”
PRODUCCIÓN:
La vaca que cantó una canción hacia el futuro
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