Película que no es fácil de seguir, pues su planteamiento parece sencillo, pero da pábulo para una serie de reflexiones acerca del mal y del destino al mejor estilo de la tragedia griega…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
Es Navidad en las Ardenas belgas y, en una pequeña localidad, todo el pueblo se reúne para ponerse de acuerdo en buscar a un niño que ha desaparecido. Se descarta un secuestro, pero si el pequeño se extravió podría morir por el frío reinante. Se teme lo peor, pero lo peor ya ha ocurrido, como van a enterarse las espectadoras y los espectadores pocos minutos más tarde.
No daré detalles. El hecho es que Antoine, el protagonista —que en ese momento tenía 12 años—, verá marcada su existencia en esos tres días: como en una tragedia griega, su destino estará escrito para siempre.
Es sobre todo el miedo (y la cólera que ésta produce), lo que lo lleva a actuar de manera irracional.
Mientras en algunos clásicos de la literatura y el cine un personaje malvado provoca repulsión, en otros (como Raskolnikov de Crimen y castigo, de Dostoievski), despierta compasión, en este caso Antoine despierta una cierta ternura debido a su impericia y a su inmadurez. Me recuerda a Hayley Mills en una película que en Chile se llamó Ilusión (Sky West and Crooked, de John Mills, 1966), en que una niña pequeña sufre un trauma, cuando al jugar con un rifle junto a un amiguito, le provoca la muerte.
Se empieza con el descubrimiento de una relación sentimental de la madre, viuda, y sigue con la responsabilidad en la muerte de un perro travieso, que se había hecho simpático al público. Luego viene el episodio del amiguito de Antoine y la “tempestad del siglo” que viene a ocultar, pero no a borrar lo acontecido.
El relato sigue su curso y siempre de manera tortuosa. Ya adulto joven, dejará embarazada a la hermana del desaparecido (a quien quería realmente cuando era niño), y se casará con ella sobre todo para evitar un examen de ADN. Tendrá que comprar también el consultorio del médico del pueblo, que algo sabe y que evidencia rasgos homosexuales. También conocerá al enamorado de su madre (acusado del presunto secuestro, porque es un extranjero polaco), y podrá evaluar todo lo que ella ha sufrido.
Yo resumo los cabos que debe atar el público. Más, lo que me interesa es poner en claro que todos estos sucesos, que servirían para un culebrón insoportable, fluyen de una manera que lleva a pensar en la teodicea de Leibniz: ¿Por qué, si Dios existe, permite el mal?
Es la paradoja de Epicuro: “Si Dios puede y no quiere, no es bueno; y quiere y no puede, no es omnipotente”. O la solución de la “navaja de Ockham”: la existencia del mal y el sufrimiento se resuelven asumiendo que Dios no existe. Lo que resulta claro, en cambio, es que —muchas veces—, en los orígenes de un crimen hay una serie de conductas que se combinan para formar situaciones complejas que resultan irreversibles.
El director francés, Nicolas Boukhrief, (Alpes Marítimos, 1963), productor de Silent Hill (de Christophe Gans, 2006), basándose en la novela de Pierre Lemaitre (2016), propone una fenomenología en la que todo converge hacia una destructividad sin esperanzas de redención. Es un trago cruel y amargo, que lleva a reflexionar acerca de cómo el destino puede ser fatídico e ineluctable cuando no existe un sustento espiritual. La tormenta tiene mucho de calvinista, porque podría interpretarse como un castigo por los pecados cometidos y la reunión navideña en la iglesia termina abruptamente por la reacción del padre enfurecido.
Todo, en una película de factura impecable.
(Trois jours et une vie. Francia / Bélgica, 2019).
TRAILER DEL FILM:
“Tres días y una vida”
PRODUCCIÓN:
Filmelier MX
******
JOBLAR EN
“RADIO UNIVERSIDAD DE CHILE”
Escuche los comentarios cinematográficos de JOBLAR en el programa “Escaparate”, que se transmite en “Radio Universidad de Chile” (102.5 FM) los días sábado a las 15:00 horas, y domingo a las 21.00 horas. Y, además online, en
www.radiouchile.cl
*********