Un John Wick indostano con toques de Park Chan-wook, una orgía de violencia desatada que tal vez sirva para descargar tensiones. Como cine, constituye una apología de la venganza a su más alto nivel…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

Película estrenada con bastante atraso (fue terminada en 2021), por problemas de distribución, debido a su temática considerada impropia en la India.

Hecha a la medida por y para Dev Patel, viene a ser un “pastiche” de varias películas que han llegado a ser de “culto” por su nivel de violencia y por ser apologías de venganza despiadada.

En este caso, se trata de un niño cuya madre fue asesinada por un jefe de policía durante una usurpación de territorio promovida por una corporación de especulación edilicia, dirigida por un santón religioso. Masticando por años su venganza, trata de reunir dinero enfrentándose con luchadores en un circuito de apuestas clandestinas, que maneja Tiger, un sudafricano. Para “actuar” se coloca la máscara de un Mono (de allí el título de la película), porque se inspira en la divinidad Hanuman, que es un ejemplo de virtudes como la lealtad, la fuerza y la sabiduría.

Está consciente que, con la actividad que realiza, no va a poder juntar nunca el dinero suficiente para llevar a cabo un plan que tampoco sabe cómo desarrollar.

Hasta que tiene la oportunidad de tener acceso a una cartera robada a una importante ejecutiva de la corporación, lo que le permite devolviéndola entrar a trabajar en ésta.

Allí se reúne “la crème de la crème” en un club privado y un espacio “prime” aún más reservado. Logra hacer amistad con un pillastre (que recuerda a Danny DeVito), al que enriquece gracias a una de las luchas trucadas y asciende de lavaplatos a camarero, pero para alcanzar su objetivo se requerirá algo más que astucia, perseverancia y valentía.

Por si acaso, la película se desarrolla en dos actos con una tregua en la que el protagonista se recarga espiritualmente, gracias a una comunidad transgénero: los Hijras, que veneran a Shiva, la divinidad doble que puede traer el bienestar, pero también la destrucción.

Tiene buen montaje y se presentan dos mundos paralelos: el de la extrema pobreza con el de la extrema riqueza, como si no hubiera un término medio, así como no existe entre el bien y el mal. Pero existen también los flashbacks de recuerdo y ensoñación junto a la difunta madre. Y una “escopeta de Chejov” en la figura de una perrita hambrienta.

El modelo narrativo es el de John Wick, pero también una fuerte influencia del Oldeuboi (de Park Chan-wook, Corea del Sur, 2003), y su remake Old Boy (de Spike Lee, USA, 2013): sobre todo en el enfrentamiento de uno contra veinte o más, al mismo tiempo.

Mucha entretención y adrenalina para los que gustan de estos relatos, ahora en clave indostana.

(MoIndia, 2024) 

TRÁILER DEL FILM:
“MONKEY MAN: EL DESPERTAR DE LA BESTIA”

PRODUCCIÓN:
Cinépolis

 

 

 

 

 

 

 

 

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