En tono de comedia, dos temas desarrollados muchas veces: el vecino sospechoso y la perenne victimización del judío errante…
Por José Blanco Jiménez (JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
El tema es conocido: en El extraño (The Stranger, de Orson Welles, 1946), el vecino recién llegado al pueblo puede ser un criminal de guerra; en Intriga en la calle Arlington (Arlington Road, de Mark Pellington, 1999), el vecino puede ser un terrorista; en La ventana indiscreta (Rear Window, de Alfred Hitchcock, 1954), el vecino puede ser un asesino…
En este caso, el único sobreviviente de una familia judía que murió en un campo de concentración —cuya apacible vida, junto a las rosas negras, se ve en el prólogo—, vive como eterno fugitivo en una casa rural ubicada en Colombia.
Pero este Mr. Polsky (David Hayman, actor televisivo judío escocés), amaga su delirio de persecución sólo con el ajedrez. Ni siquiera lo conmueve la noticia del megaterremoto acaecido en Chile, que sirve para ubicar a l@s espectador@s en el año 1960, pero sí le interesa el secuestro de Adolf Eichmann en Argentina por parte del Mossad.
Pero hay una piedra que cae en el estanque produciendo una gran cantidad de ondas: llega un misterioso vecino alemán, Mr. Herzog (Udo Kier), precedido por una Frau Kaltenbrunner (Olivia Silhavy), que cuenta los pasos (“eins, zwei, drei…!”), con ritmo prusiano.
Un perro invasivo y la mantención de las rosas negras van a generar problemas, pero hasta ahí se trata de una nueva versión de Dos viejos gruñones (Grumpy Old Men, de Donald Petrie, 1993), al estilo de Jack Lemmon y Walter Matthau.
Lo verdaderamente problemático se dará cuando, al enfrentarse los ojos de ambos por la celosía del portón, Polsky cree reconocer una mirada que nunca podrá olvidar: la de Adolf Hitler. La vio en un torneo de ajedrez y, a pesar de la barba blanca, que cubre su rostro, la agnición es instantánea y rotunda. De hecho, el líder nazi podría tener recién 71 años, su cadáver nunca fue encontrado, el reconocimiento lo hicieron los comunistas rusos.
Su denuncia en la Embajada de Israel es desestimada desde un comienzo. Una oficial de Inteligencia glacial (o Kineret Peled es muy buena actriz o efectivamente es una que te sirve un café y después te manda a matar), que no habla yiddish sino inglés, sostiene que no hay dudas que Hitler murió, lo que deja de inmediato la duda al respecto.
Debo detenerme aquí. Agrego sólo que Polsky empieza toda una labor de documentación para demostrar que Herzog es Hitler: compra una cámara (publicidad para Minolta), con teleobjetivo para espiarlo, estudia su estilo pictórico, busca en sus biografías rasgos coincidentes con su comportamiento.
Mientras tanto, el ajedrez y el vodka reducen las barreras, pero también los miembros de la embajada reaccionan.
Dicen que los mejores chistes sobre judíos los cuentan los judíos. El director israelita, Leon Prudovsky, nacido en la Unión Soviética, no corre el riesgo de ser calificado como antisemita.
TRÁILER DEL FILM:
“Mi vecino Adolf”
השכן שלי אדולף
My Neighbor Adolf
Israel
Polonia
Colombia
Año: 2022
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