CÓMO SER MILLONARIO ANTES QUE MUERA LA ABUELA— JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Comedia negra tailandesa que incide sin piedad en el cambio del sistema de vida en estos últimos años, en la península indochina. La aculturización occidental está consiguiendo borrar milenios de convivencia familiar, pero queda una esperanza. ¿Ser o tener?…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

 Quedaron atrás los tiempos en que el reino de Siam se identificaba con El rey y yo, (The King and I, de Walter Lang, 1956). Recuerdo que vi la película junto a mi mamá en el cine Cervantes, de Concepción, cuando tenía ocho años y que me sorprendieron las actuaciones de Yul Brynner (con su calva reluciente) y Deborah Kerr. Después supe que era una comedia musical de Rodgers y Hammerstein y que se basaba en una novela parcialmente autobiográfica de la institutriz Margaret Landon, a cargo de la enseñanza de los hijos del rey Mongkut.

Asimismo, el nombre “siamés” me traía a la memoria una noticia de comienzos del año 1957: habían separado a dos “siamesas” en Estados Unidos. Al preguntarle a mi papá por qué se llamaban así personas que nacían con sus cuerpos unidos, me respondió, porque uno de los primeros casos conocidos mundialmente había sido el de dos hermanos nacidos en Siam. Y allí, en esa película, estaba ese Siam misterioso, que empezó a llamarse Prathet Thai (“País Libre”, porque nunca fue colonizado) en 1939 y Tailandia a partir del 11 de mayo de 1949.

Años más tarde habría de ver en la pantalla chica Ana y el rey de Siam (Anna and the King of Siam, de John Cromwell, 1946), con Rex Harrison e Irene Dunne, en la que pude seguir —con mente de adulto joven—, el sentido profundo del proceso de aculturización realizado en 1860 en la península de Indochina.

La Tailandia que nos presenta esta película es la de casi un siglo más tarde, que no fue conquistada por las armas sino que —después de haber sido transformada en monarquía constitucional y remecida por varios golpes de Estado— por el neoliberalismo. Y es lo que muestra Cómo ser millonario antes que muera la abuela, personaje que es una bisagra que cierra un ciclo histórico y una manera de vivir que va desapareciendo.

El título original (ล้านมา – Lahn Mah) es mucho más directo: “Millones vienen”.

Todo empieza con la festividad de Qingming, en la que la familia se reúne para recordar y honrar a los muertos. A la abuela Amah (Usha Seamkhum), le gusta que se respeten las tradiciones y que todo se haga correctamente. Su nieto menor, al que se denomina M (Putthipong Assaratanakul), aparece como el más lejano, puesto que está pegado a su celular, no estudia, y gana algún dinero como comentarista de juegos. Sew (Sarinrat Thomas), la madre de éste, que se interesa por la anciana, pasa inadvertida en una sociedad machista. Los dos hijos varones son un cero a la izquierda: Soei (Pongsatorn Jongwilas), sólo tiene deudas y Kiang (Sanya Kunakorn), está manejado por su esposa.

M tiene un cambio en su actitud cuando ve que su prima Mui (Tontawan Tantivejakul), por haber cuidado a su abuelo, ha recibido su casa como herencia. La muchachita es emprendedora y hasta tiene abierta una cuenta en OnlyFan para la que se viste de enfermera. Son detalles como éste los que hacen pensar que los personajes se encuentran en Estados Unidos, donde viven en una comunidad tailandesa que se reconoce sólo por sus rasgos físicos. Pero no: es la Tailandia del director Pat Boonnitipat y del co-guionista Thodsapon Thiptinnakom, que raya en lo autobiográfico.

El plan de M es ir a vivir con la abuela para obtener una recompensa. Como la familia se ha enterado que tiene un cáncer en etapa cuatro, decide no decirle la verdad y esperar el momento del deceso. Pero la convivencia y aquello que en la teoría narrativa se conoce como “viaje sentimental a la redención”, determina que el plan de M se modifique y no es necesario que agregue más. Me basta agregar que informa de inmediato a su abuela de su delicada condición.

Por otra parte, Amah ha vivido suficiente para darse cuenta de lo que su familia, por un lado, y su nieto, por otro, están tramando. La brecha generacional en vez de alejar a los extremos, los acerca. Las barreras desaparecen cuando comparten ese último tiempo de vida juntos: acompañarla a vender sus porridges de cereales, bañarla, acompañarla a la quimioterapia… A final de cuentas, lo material siempre desaparece y el cariño permanece.

¡Y atención! Nada de sentimentalismos sobreactuados. Una buena película que lleva nuevamente a pensar en la dicotomía del ser o tener.

 TRÁILER DEL FILM:
“Cómo ser millonario antes que muera la abuela”

Lahn Mah
Tailandia
Año: 2024

 

 

 

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