
Tal vez por ser demasiado pretenciosa, la película sobre la más grande soprano del siglo XX, no funciona. Se podía esperar más de la última entrega de la trilogía femenina de los hermanos Larraín, que ya no producen en Chile…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
Es muy probable que los hijos del ex senador y ex ministro, Hernán Larraín, nunca hayan visto en pantalla grande El gran Caruso (The Great Caruso, de Richard Thorpe, 1951), protagonizada por Alfred Cocozza, un tenor conocido con el nombre artístico de Mario Lanza. Es una película entretenida, que no respeta los rasgos biográficos y que introduce una serie de episodios que conmueven al público.
El intento de reconstruir los últimos días de vida de María Callas, a partir de su muerte acaecida el 16 de septiembre de 1977, exigía un gran esfuerzo de revisión de una enorme cantidad de material gráfico, sonoro, filmado y de recopilación de recuerdos.
Pero también resultaba fundamental la elección de la actriz que, si no se asemejaba necesariamente al personaje, debía darle credibilidad haciendo olvidar a la intérprete. Un buen ejemplo resulta Cailee Spaeny como Priscilla (de Sofia Coppola, 2023).
Pablo Larraín, en este caso, escogió a Angelina Jolie (la bisexual hija de Jon Voight), que se aleja del aspecto de diva que irradiaba María Callas y que se advierte, por lo demás, en los fragmentos filmados que se intercalan como flashback en el relato.
Para mi gusto, que Angelina tenga sólo 1,69 m. en comparación con 1,73 de la Callas es un detalle, pero no lo es que sus famosos labios contrasten con los estilizados de la diva. Además, me parece que se requiere una fisionomía balcánica como la de Irene Papas o Melina Mercouri. De hecho, Aggelina Papadopoulou está perfecta como la joven María.
Algo similar pasó con Jackie (2016), donde la viuda de John Kennedy, de 1,70 m —que tenía ascendencia irlandesa, francesa, escocesa e inglesa—, fue interpretada por una semita de 1,60; o con Spencer (2022), que vio transformarse a la californiana Kristen Stewart (la “Bella” de Crepúsculo), de 1,65 m. en la Lady Di, de 1,78 con rancios abolengos británicos.
La coherencia de Larraín ha consistido en buscar temas de actualidad y desarrollarlos sin tapujos ni restricciones, como fue el caso de No (2012), acerca del feroz engaño del plebiscito que daba continuidad a la dictadura chilena; y El club (2015), sobre la pedofilia clerical.
Y me parece que ésta se mantiene en María en los bien escogidos personajes secundarios.
Mientras que Aristóteles Onassis (el turco Haluk Bilguiner), aparece un poco gris en su rol, Pierfrancesco Savino y Alba Rohrwacher (a quienes se vio como amantes sin destino en Cosa voglio di più, de Silvio Soldini, 2010), son un mayordomo y ama de llaves absolutamente creíbles.
Creo que el esfuerzo de los hermanos Larraín fue demasiado pretencioso. Si quisieron efectuar un homenaje a la más grande soprano del siglo XX, no lo lograron, porque no basta poner un poco de banda sonora con sus mejores interpretaciones.
Si quisieron presentar el drama del “haber sido y no ser” (con gusto a tango argentino), le falta profundidad. Si quisieron presentarla como una víctima de su ambición, incluso en su relación con Onassis, no se advierte. Y el inexistente “Madrax” no funciona siquiera como personaje a lo Fellini.
TRÁILER DEL FILM:
“María Callas”
María Callas
Alemania
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Italia
Año: 2024
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