
Documental que presenta una faceta poco conocida de uno de los directores más destacados del paso del siglo XX al XXI y que, a través de sus palabras y de su obra pictórica, ayuda a comprender el sentido de su obra cinematográfica…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
El Centro Arte Alameda ha cumplido con gesto importante al exhibir David Lynch: The Art Life, documental que —sirviéndose de más de 20 entrevistas—, enfoca en primer plano otra de las facetas del gran director recientemente desaparecido, el 15 de enero de 2025, pocos días antes de cumplir los 79 años, puesto que había nacido el 20 de enero de 1946 en Missoula, Montana, Estados Unidos.
Para compenetrarse con el estilo y la temática de Lynch en el campo artístico (y principalmente en la pintura), es necesario traer al recuerdo su obra cinematográfica.
David Lynch escribió, produjo y dirigió más de 100 creaciones cinematográficas y muchas de ellas son cortometrajes, lo que hace difícil examinarlas todas. Por ello, me limitaré a recordar someramente sus obras principales.
Cabeza borradora (Eraserhead, 1977), es repugnante y trata de un epiléptico desadaptado, apático, que se hace cargo de un hijo humanoide: Stanley Kubrick señaló que era una de sus películas favoritas. Por petición de Mel Brooks, vino después El hombre elefante (The Elefant Man, 1980), en la que vuelve a la estética de lo feo, pero en una atmósfera victoriana, con la historia real de un hombre grotescamente deforme.
Dune (1984), proyecto que Alejandro Jodorowsky se vio obligado a abandonar, está basada en la novela de Frank Herbert, dura 140 min, resultando incomprensible y oprimente desde el punto de vista visivo por la obscuridad tanto visiva como de planteamiento.
Pasando a una etapa aún más críptica, se insertan dos joyas de la cinematografía: Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986), mirada singular de la aparente perfección de una pequeña ciudad, que esconde detrás la perversidad más refinada; y Corazón salvaje (Wild at Heart, 1990), comedia de tonos góticos, con dos amantes (con aspecto de Elvis y Marilyn) en fuga por el sur de USA.
A este punto, irrumpe el gran éxito de Twin Peaks, creado para la televisión y que se mantiene en la pantalla chica por dos temporadas, entre 1989 y 1991 con un piloto y 29 episodios. La acción se desarrolla en un pueblo imaginario, ubicado al Noreste del Estado de Washington, donde se encuentra en una bolsa de plástico el cadáver de una joven.
La presencia de un agente del FBI remueve la presunta apacible existencia de la localidad y empieza a aparecer como un monstruo de poderosos tentáculos toda la corrupción y la falsedad de sus habitantes.
Al concluir, Lynch prometió que volvería en 25 años y cumplió su palabra, porque una tercera temporada de 18 capítulos fue producida y exhibida en 2017. En total, 48 capítulos (no todos dirigidos por Lynch), a los que hay que agregar la precuela Twin Peaks: fuego camina conmigo (Twin Peaks: Fire Walk with Me, 1992), dedicados a la última semana de vida de Laura Palmer.
La música de Angelo Badalamenti ya es un clásico, al punto que en Chile es la característica de un programa nocturno de Radio El Conquistador.
Pero David Lynch no se detiene.
Carretera perdida (Lost Highway, 1997), es una alegoría acerca de cómo un personaje puede metamorfosearse en otro, según las necesidades: de víctima a victimario, de culpable a inocente, de tranquilo saxofonista a fugitivo, de… etc.
En suma: un motu perpetuo que se ve remecido por 22 temas musicales en 135 minutos de proyección.
Un remanso de tranquilidad lo trae Una historia verdadera (The Straight Story, 1999), porque se trata de un hombre mayor (Richard Fansworth, de reales 79 años), que decide ir a ver a su hermano enfermo, al que no ve desde hace 10 años. Como a su edad no puede obtener licencia de conducir, efectúa su viaje con una cortadora de césped John Deer 110, que se desplaza a 8 km por hora y que debe recorrer 390 desde Laurens, Iowa a Mount Zion, Wisconsin.
Como en la paradoja de Zenón, tal vez la muerte (Aquiles) nunca pueda alcanzar a la vida (la tortuga).
Pero falta la que much@s consideran la obra maestra de David Lynch: Mullholland Drive (2001). No quiso dar explicación alguna acerca del argumento y le dio como eslogan: “Una historia de amor en la ciudad de los sueños”. Y es precisamente la lógica del sueño que permite seguir una trama aparentemente disparatada: el tema del poder, el tema de “la otra”, el tema de abrazar la estructura que destruye, el tema de la amnesia como estrategia y tantos más.
Finalmente, puedo cerrar este reducido epítome con El imperio de la mente (Inland Empire, 2006), que es un experimento surrealista en el cual Laura Dern interpreta a una actriz, cuya percepción de la realidad se va distorsionando por la “decoherencia cuántica”, esto es con las múltiples dimensiones en que Lynch está filmando la película.
En términos sencillos, en un relato un personaje escoge una línea, entre muchas, para conseguir que éste avance: Lynch escoge varias al mismo momento, al punto que la actriz llega a ser protagonista y espectadora del film al mismo tiempo.
El director ha declarado que se trata sólo de la historia de “una mujer enamorada con problemas” y allí está lo complicado, porque creo que no hay tema más abstruso que ése en la literature, en general.
Entrar en lo recóndito de la mente para comprenderlo es un ejercicio que han intentado con éxito grandes narradores, como Gustave Flaubert o James Joyce.
En realidad, yo creo que este experimento surrealista, que dura casi tres horas, constituye un esfuerzo como el de Federico Fellini cuando realizó Otto e mezzo (Ocho y medio, 1963), que fue incomprendido en su momento.
También Lynch entrega todos los elementos necesarios y no debe “explicar” nada. Es el público que debe entrar en contacto semiótico con la obra y, si no lo consigue, quiere decir que no está preparado para ello.
Como decía, el documental dirigido por John Nguyen, Rick Barnes y Olivia Neergaard-Holm entrega nuevos elementos que ayudan a la interpretación.
Mientras ejecuta sus pinturas, acompañado por su pequeña hija, l@s espectador@s se van acercando a su visión de la dualidad de la naturaleza, al cómo las figuras toman forma a partir de las manchas de pintura. Es, en realidad, un creador de sueños que me recuerda la famosa máxima atribuida a Parménides, el fundador de la metafísica: “ex nihilo nihil”.
TRÁILER DEL FILM:
“DAVID LYNCH: THE ART LIFE”
David Lynch: The Art Life
USA
Dinamarca
Año: 2016
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