
Soderbergh relata una historia a través de un personaje invisible, que termina identificándose con el espectador…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
Steven Soderbergh (Atlanta, Georgia, 14 de enero de 1963), siempre se ha distinguido por ser un buen director de actores, desde Sexo, mentiras y videos (Sex, Lies and Videotape, 1989), pasando por Erin Brockovich (2000), Contagio (Contagion, 2011), Efectos colaterales (Side Effects, 2013), varios Ocean’s y llegando a acumular un medio centenar de títulos.
En Presencia, los intérpretes son cuatro: la madre Rebekah (la inclusiva Lucy Liu), el padre Chris (Chris Sullivan), el hijo Tyler, campeón del deportivo de la escuela (Eddie Maday) y la hija, Chloe (Callina Lang).
Pero existe un quinto intérprete, que es el que da el título a la cinta y que es tan real como los protagonistas que aparecen en la pantalla.
La acción comienza en una casa vacía que se alquila en un suburbio de New Jersey y donde una agente inmobiliaria (Julia Fox) espera la visita de una familia. Desde un ropero, la cámara inicia un plano secuencia que se extiende lentamente a toda la futura morada, escrutando la existencia del grupo familiar que tiene difíciles relaciones interpersonales.
Muchas veces me he referido al cine como un arte voyerista, en que espectadores y espectadoras participan, pero en este caso la presencia que acompaña y describe los hechos termina por ser el público mismo, que incluso traspasa la cuarta pared.
De tantas películas de casas infectadas que he visto, para mí la mejor sigue siendo La casa embrujada (The Haunting, de Robert Wise, 1963) y, por favor, olvídense del remake de Jan De Bont (1999), con Liam Neeson y Lili Taylor.
Contrariamente a otras obras de fantasmas, o presuntamente tales, el terror no viene de lo que se ve, sino de lo que se preanuncia o se espera ver. En ese sentido, está más cercano a la novela clásica Otra vuelta de tuerca (The Turn of the Screw, de Henry James, 1898), que —según mi parecer—, encuentra su mejor adaptación cinematográfica en Posesión satánica (The Innocents, de Jack Clayton, 1961).
El relato desde la perspectiva del “fantasma” se ha visto en clave cómica en Beetlejuice (de Tim Burton, 1988) y en clave terrorífica en Los otros (de Alejandro Amenábar, 2001).
Aquí, la situación se vuelve dramática y —como siempre—, se espera una reacción violenta del “poltergeist” y se impone la actuación de una médium. Sin embargo, no está claro qué quiere o qué busca la “Presencia”: más que malvada, resulta curiosa y un poco asustada. El mundo real, con tipos como Ryan (West Mulholland), aparece más peligroso que el fantasmagórico.
No es terror, sino es un thriller emocional, que no se alarga innecesariamente.
TRÁILER DEL FILM:
“Presencia”
Presence
USA
Año: 2024
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