
Ciencia ficción entretenida y reflexiva acerca de un futuro poco auspicioso, pero, desgraciadamente, probable…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
El prólogo presenta a un explorador caído en una falla geológica, esperando que alguien venga en su ayuda. Se trata del protagonista Mickey 17 (Robert Pattinson), que ve aparecer a un rescatista (el coreano Steven Yeun), que no se interesa por sacarlo de ahí, sino de saber qué se siente al morir.
Este sadismo será explicado cuando se sepa que los hechos transcurren en otro planeta y que corre el año 2054, cuando —en vista de la falta de oportunidades sobre la Tierra—, las masas se han precipitado hacia el peregrinaje interestelar, explotado por demagogos que van al mando de las expediciones.
Kenneth Marshall (Mark Ruffalo, fuera del rol según mi opinión), es un político fracasado que busca una nueva era para la Humanidad en un planeta inhóspito. Lo acompaña su esposa Ylfa (una necesariamente sobreactuada Toni Collette), perfecta Lady MacBeth para un inepto marido ambicioso: todo parecido con políticos actuales o pasados es puramente intencional.
Mickey Barnes necesitaba huir de peligrosos usureros y se embarcó en la astronave firmando un contrato como “expendable” (prescindible), que es un “factótum”, cuyo destino es morir repetidamente gracias a una tecnología que permite “reimprimir” un cuerpo al infinito manteniendo su conciencia: ya está en su versión N° 17, lo que —por pura casualidad—, trae mala suerte para los supersticiosos.
La guardiana Nasha (Noami Ackie, inolvidable intérprete de Quiero bailar con alguien: La historia de Whitney Houston / I Wanna Dance with Somebody, de Kasi Lemmons, 2022), es una “que va a la pelea” y entra en tórrida relación con Mickey a pesar de las expresas restricciones sexuales que recuerdan el 1984 de Orwell.
La referencia me parece válida, porque el 2018 de Blade Runner (de Ridley Scott, 1982), parecía lejano y más aún el 2022 de Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, de Richard Fleischer). Esos años ya pasaron, por lo que —a decir verdad—, el 2054 no está tan lejano. Y aquí no se trata de inteligencia artificial sino de la ciencia al servicio del poder político y de la manipulación humana.
El coreano Bong Joon-Fong rompió los esquemas con Parasite (2019), y su preocupación principal es la familia, como ya pudo verse en el terrorífico The Host (2006). Aquí la familia no existe y la idea de pareja está en vías de extinción. Por otro lado, el individuo reciclable augura un sistema de reproducción partenogenético mientras que los tiranos delirantes se autodestruyen con decisiones equivocadas.
Todo en tono de comedia negra, que se intensifica con la confrontación de dos versiones de Mickey y la guerra de conquista con el consabido exterminio de los Creepers.
Buena y alocada entretención, que se deja ver con gusto. En un cierto momento, toca la rutina de Hechizo del tiempo (Groundhog Day, de Harold Ramis, 1993), más que la de Al filo del mañana (Edge of Tomorrow, de Doug Lyman, 2014), pero creo que lo mejor es la actuación de Robert Pattinson que —separado de las maquetas de vampiro o de Batman—, luce su calidad de actor como ya lo hizo en Cosmopolis (de David Cronenberg, 2012), o Z, la ciudad perdida (The Lost City of Z, de James Gray, 2016). Y el grupo LGTBIQ+ estará feliz de ver su bonito trasero desnudo.
TRÁILER DEL FILM:
“Mickey 17”
Mickey 17
USA
Reino Unido
Año: 2025
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