Fuerte suspenso claustrofóbico, que se acrecienta mientras transcurre el tiempo para un ladrón atrapado en el auto que intentaba saquear…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

Reconocer la voz de un actor, quiere decir que no necesitamos verlo para saber que se trata de él y no de otra persona. Es lo que ocurre —sólo como ejemplo—, con las voces de Orson Welles y de Morgan Freeman.

Es lo que me ocurrió con la voz de Scarlett Johansson en Her / Ella (de Spike Jonze, 2013), donde no se ve en momento alguno, pero uno reconstruye su hermosa figura en el cerebro al sentir su acento y modulación.

En esta película, la voz es la de Anthony Hopkins la que resuena dentro de un automóvil en el que se encuentra atrapado un ladrón. El vehículo-victimario es un “Dolus” todoterreno (en realidad, es un Land Rover Defender lleno de trampas y medios de comunicación), y la víctima es un cierto Eddie Barrish (Bill Skarsgåd, el Pennywise de la serie It y el Conde Orlok de Nosferatu, de Robert Eggers, 2024), el que definitivamente, no ha tenido un buen día.

Se trata del remake estadounidense de la cinta argentina “4×4” (de Mariano Cohn, 2019), que no he visto, pero la información que obra en mi poder señala que el que cayó en la trampa es un delincuente peligroso.

Eddie, en cambio, es un joven aproblemado que ve en el hurto la única solución viable: no puede recuperar su furgoneta porque no le alcanza el dinero, está separado de su mujer y no puede recoger a su hija Sarah del colegio, y cuando llama a personas para obtener un préstamo le cortan.

El dueño del auto, que se presenta como William (Anthony Hopkins), entra en contacto telefónico y le explica que ha modificado el vehículo para que caigan y reciban su lección los que ya le han hecho demasiado daño, incluso matando a su hija. Es un médico, sufre de una enfermedad y se ha transformado en un escéptico que vive sólo para castigar a los delincuentes, por su propia cuenta.

Con vidrios polarizados e irrompibles, completamente blindado, asientos electrificados y cámaras escondidas, el destino es morir de inanición (llega a beber su propia orina), o suicidarse con la pistola que lleva consigo. Sin embargo, el misterioso William se encarga de curarlo mientras está desmayado por una hemorragia para que no muera. Controla también el aire acondicionado y transmite una insoportable música tirolesa.

Me detengo aquí para que el público interesado sufra y/o disfrute con esta película claustrofóbica, que me recuerda al Robert Pattinson en la limusina de Cosmopolis (de David Cronenberg, 2012), y sobre todo al Ryan Reynolds del oprimente Enterrado (Buried, de Rodrigo Cortés, 2010). 

TRÁILER DEL FILM:
“Encerrado” 

Locked
USA
Canadá
Año: 2025

 

 

 

 

 

 

 

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