
Intento de cine puro, que puede seguirse con un hilo de Ariadna: una constatación de tipo filosófico. No es un producto para todos los paladares, sobre todo no lo es para los que sólo buscan entretenerse…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
El cine puro requiere de una participación atenta de la espectadora y del espectador. Una película como Ocho y medio (Otto e mezzo, de Federico Fellini, 1963), o Brazil (de Terry Gilliam, 1985), debe ser vista varias veces para hacerse una idea no de lo que el realizador “quiso decir”, sino qué aporta esta película a mi manera de pensar o cómo se rearma un rompecabezas que puede tener ninguna o varias soluciones al mismo tiempo.
Del mismo modo, una película de Ingmar Bergman, como Fresas salvajes (Smultrontället, 1957), será vista de manera diversa cada vez según pasan los años.
Pero para hacer una película al estilo de Fellini, Gilliam o Bergman, hay que ser Fellini, Gilliam o Bergman (y dos ya están muertos).
Y para imitar a Hitchcock no basta con un MacGuffin: ¿Quién es realmente Jorge? O poner un oxímoron como título.
Me atrevo a buscar un hilo de Ariadna en este laberinto que, al final, no oculta Minotauro alguno.
Creo que Una luz negra exalta la importancia del vacío en la naturaleza del Ser. En el mundo europeo occidental, fueron los presocráticos lo que pensaron que el vacío era un espacio activo necesario para la creación y el movimiento de las cosas: un “no-ser”.
El vacío, por lo tanto, es la base de la teoría atómica propugnada por Demócrito (los átomos se mueven a través del vacío, chocando y combinándose para formar las cosas del mundo) y Leucippo (el vacío es necesario para permitir que los átomos se muevan, interactúen y formen la materia).
Pero también un no-atomista como Parménides, sostiene que el vacío (que representa el no-ser) permite que los entes sean.
No sé si esta fue la ruta escogida por Alberto Hayden para iniciar el relato de su película, pero todos los personajes parecen como flotar en una realidad sin asidero.
Una buena fotografía y soluciones de encuadre colaboran con generar la necesidad de constituir una estructura narrativa sólida, que constantemente se dispersa. Los momentos más logrados son aquéllos que desafían la lógica de nuestra visión: el picado desde lo alto de la escalera en la secuencia que desean abrir una puerta cuya cerradura se resiste, la secuencia erótica escondida por la puerta del closet, las imágenes filmadas por celular que se intercalan entre las de formato de cine tradicional.
En los títulos cinematográficos que señalé al principio, los silencios y los planos secuencia aportan datos imperceptibles y hacen sentir el paso del tiempo. En esta “luz negra”, que debería evidenciar mensajes encubiertos, la única sensación clara es que “ex nihilo nihil”.
TRÁILER DEL FILM:
“Una luz negra”
“Una luz negra”
Chile
Año: 2024
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