Clint Eastwood dirige y protagoniza una película que —sin querer queriendo— da una lección acerca del machismo, que no debiera tener cabida en un corazón bien puesto. Ni balaceras, ni puñetazos innecesarios: sólo corazón bien puesto…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Clint Eastwood, a sus 91 años, sigue produciendo buenas películas. Ha interpretado desde siempre al “macho”, tanto en los “spaghetti western” como el duro inspector de policía de la serie de Harry el Sucio. Ahora, este símbolo del machismo, se viste como cowboy, pero acomoda su figura y su actuación no sólo a su actual condición psíquica y física, sino que también a los tiempos actuales.
Hace poco comenté El protector (The Marksman, de Robert Lorenz, colaborador de Eastwood en varias películas, con un Liam Neeson de más de 70 años) y se podría pensar que ésta es una película similar.
Y la verdad es que tiene puntos de contacto: un hombre de edad debe proteger a un niño en un México criminal y peligroso. Pero es una impresión que desaparece pronto, puesto que aquí la antigua estrella del rodeo, al rescatar a un muchacho para llevarlo donde su padre en Texas, deberá enfrentarse no sólo con la policía (caricaturescamente inepta y corrupta) y una madre alcohólica y ninfómana, sino con su propia realidad humana.
En efecto, teniendo que detenerse en un pequeño pueblo, donde conoce a una viuda sencilla (excelente caracterización de Natalia Traven) y sus nietas, tiene tiempo para recapacitar acerca de lo que fue su vida y lo que es en ese momento. Pasó la gran época de los rodeos, del dinero, de los golpes y del alcohol. Ahora tiene tiempo para reflexionar junto al muchachito (Eduardo Minett) acerca de la poca importancia de ser famoso y aparentemente indestructible. En este México de personas modestas, puede ser no sólo domador de caballos, sino incluso veterinario con la sabiduría que le ha dado la experiencia. El macho (capaz de llorar por dentro) comprende que vale más por los servicios que presta al prójimo que por un comportamiento brutal o de “jovencito”.
Eastwood, de alguna manera, se interpreta a sí mismo con su figura desgarbada y su paso cansino. El verdadero “macho” ha pasado a ser el gallo que el hijo de su ex patrón lleva consigo, vencedor de peleas clandestinas y que al que su patrón le ha adjudicado precisamente el nombre de “Macho”.
Ni sentimental ni nostálgico, el protagonista es simplemente un hombre capaz todavía de querer, ser querido y de bailar “Sabor a mí”, cantado por Eddie Gormé y Los Panchos.
Y un detalle simpático: la chilena Fernanda Urrejola está convincente como la descarada madre del “rescatado”. ¡Demasiado convincente!, diría yo.
(“Cry Macho”. USA, 2021)
TRAILER DEL FILM:
“CRY MACHO”
PRODUCCIÓN:
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