“ELVIS” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Un biopic visto desde el ángulo de un manipulador, mientras se plantea la necesidad de disminuir la segregación racial a través de la música y la liberación sexual de una juventud abrumada por los prejuicios…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

En casi tres horas, se reconstruye la vida de Elvis Aaron Presley, desde la perspectiva de Andreas Cornelis van Huijk, un aventurero conocido como coronel Tom Parker (grado, nombre y apellido falsos).

Dejo a los musicólogos y los discjockeys el análisis de la parte musical de esta película, como asimismo el desarrollo de su notable fama a partir de un muchachito que cantaba imitando el  estilo de la música country, combinado con los rhythm and blues.

Lo que me interesa es evidenciar cómo el libre mercado y la sociedad estadounidense hacen posible que un aventurero sin patria ni ley, sin documentación ni investidura jurídica, se haga millonario con una actividad comercial.

Me hace recordar cuando toda la producción de videogramas en Chile pasaba por mis manos y había empresarios extranjeros que vendían películas sin tener los derechos, pero que no se les podía perseguir y eran inembargables por no tener bienes en el país.

Una vez más Tom Hanks se luce con una caracterización que lo hace irreconocible: ES verdaderamente el impostor que fue pavimentando la carrera de un joven talentoso, mientras se llenaba los bolsillos de dinero. Tiene la habilidad maquiavélica del político, que controla todo a través del miedo y del hacerse creer imprescindible e irreemplazable.

Y ese personaje tiene razón en todo lo que expone: Elvis vivía para su público, se alimentaba de una fama que no era capaz de manejar. Para Preston resultaba fácil dirigir las decisiones de Elvis, utilizando el cariño del muchacho por su madre y por su padre, transformándolo en un ícono que remecía a las multitudes.

Según esta película, Elvis nunca tuvo vida propia: fue siempre condicionado por los demás en un proceso que —incluso antes del abuso de los fármacos—, lo llevó a devorarse a sí mismo en busca de una falsa felicidad.

Podía permitirse interpretar ritmos africanos, porque él era blanco. Podía mover la pelvis como un hombre de color (enloqueciendo a las mujeres) y era intocable por ser blanco. Podía ser enviado a hacer el servicio militar para salvarlo de la acusación de obscenidad y regresar como protagonista de películas. Además, conoce allí a Priscilla Ann Beaulieu Wagner (interpretada por Olivia De Jonge, australiana como el director Bazz Luhrmann), que será su esposa y madre de su hija Lisa Marie Presley.

Dejo para el final al protagonista Austin Butler, que hasta el momento había trabajado casi sólo en televisión. Está caracterizado convincentemente, pero es sobre todo su voz la que sorprende. Y no sólo cuando canta, sino sobre todo cuando habla con la inflexión vocal que se le escucha en las tantas películas que protagonizó.

Es una producción ambiciosa que cumple con su cometido. Porque —al menos desde mi punto de vista—, presenta una sociedad estadounidense problemática. De hecho, había una fuerte segregación racial, que podía ser mermada gracias a la música (se ve en las secuencias de recuerdos infantiles), pero que se expresaba en asesinatos históricos como los de Martin Luther King y de Robert Kennedy.

Elvis vivió sólo 42 años, pero logró remecer a todo un mundo derruido y ansioso de espectáculos ruidosos. Y para ello hubo un hábil y perverso titiritero, que manejaba los hilos de una fuente inagotable de riqueza.

(“Elvis”. Australia / USA, 2022)
 

TRAILER DEL FILM:
“ELVIS”
 

PRODUCCIÓN:
Warner Bros Pictures Latinoamérica

 

 

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