Un documental que deja un sabor amargo y en el que el director no toma partido, sino que deja que la cámara filme y acompañe textos autobiográficos para entregar una semblanza de dos protagonistas cuyas existencias no aportan nada a nadie…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

 

Repito lo que he dicho muchas veces: existe una diferencia entre documental y cine-verdad. Este último —siguiendo la línea del soviético Dziga Vertov—, quiere hacer del cine un documento, pero no es un documental. ¿Por qué? Porque el documental pretende alejarse de la ficción, pero el realizador tiende a reconstruir realidades que ya ocurrieron, escogiendo y editando centenares de metros de celuloide (o de minutos en el ámbito digital).

Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo, de Nicolás Guzmán Martínez, lo deja en claro desde un comienzo cuando los protagonistas (José Ramírez Silva y Victoria Watson Vidal), deben ensayar y recitar sus textos.

Yo estaba estudiando en Italia cuando Federico Fellini estrenó en televisión I Clowns (1970) provocando inmediatas reacciones. ¿Qué pretendía ese genio del cine? ¿Ése era un documental? ¿Qué objetivo cumplía?

Pero, ¿es que la obra artística debe cumplir un objetivo?

En mi opinión, una obra es artística cuando consigue establecer un acto comunicativo entre el emisor y el receptor. Caso contrario, si deja indiferente, puede ser cualquier cosa, pero no arte. Y, para mi gusto, esta producción —más que el intercambio de las situaciones de vida—, aporta el valor documental del tiempo transcurrido.

La funcionaria administrativa de una universidad, con un matrimonio fracasado y que se ganaba la vida limpiando casas, vuelve a su antiguo hogar y redescubre las marcas con que registraba el crecimiento de sus hijos. Ni un recuerdo del marido: sólo una gran casa vacía, mientras los rascacielos han crecido como callampas a su alrededor y ella ya no es “polola”. La conversación con la peluquera deja en claro que los amigos en común han muerto.

Un candidato a adulto joven, que se gana la vida ejerciendo la prostitución homosexual y que no tiene grandes expectativas laborales, cambiándose de casa continuamente y viviendo un eterno presente de estudiante sin expectativas. ¿Como tantos otros en Chile?

En un film dramático se hablaría de “perdedores”. Aquí no dan ni para eso. Representan documentalmente a los volantines que disfrutan de su aparente libertad fotografiados a través de una malla de alambre. Ni aunque vivieran su existencia de nuevo aportan nada a nadie.

(Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo. Chile, 2022) 

 

TRAILER DEL
DOCUMENTAL:

“Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo”

PRODUCCIÓN:
Niña Niño Films 

 

 

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