Otro biopic con sabor de hagiografía, pero con escaso resultado positivo. Con buenos números musicales y superficial caracterización, gustará a fanáticos de “La Voz”…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile
 

En Bohemian Rhapsody (de Bryan Singer, 2018), Anthony McCarten quiso presentar a Freddie Mercury como un genio homosexual destruido por la droga y una víctima de esa doble condición. Para esta nueva película, trata de repetir la receta, pero los resultados son muy diversos.

No me consta cómo transcurrió la verdadera existencia de Whitney Houston (Newark, New Jersey, 1963 – Beverly Hills, California, 2012). Sin embargo, hay algunos datos objetivos: su voz fue comparada con la de Frank Sinatra, vendió más de 170 millones de álbumes y es la artista más premiada de la historia de la música con 411 galardones.

La película de la afroamericana Kasi Lemmons tiende a ser una hagiografía, que evita las aristas truculentas como la posibilidad de haber sido sometida a abuso sexual infantil o su adicción al alcohol y las drogas.

Es importante el apoyo de su madre Cissy y de su tía Dionne Warwick (según la película, Aretha Franklin fue su madrina), pero la figura nefasta es la de su padre que se habría aprovechado de su talento inhibiendo desde siempre su personalidad al prohibirle hacer su propia voluntad y amenazándola con demandarla por cien millones de dólares por contratos incumplidos del que era su representante.

En esa actitud, vi la sombra del lúgubre empresario, que interpreta Tom Hanks, en Elvis (de Baz Luhrmann, 2022).

Más reconfortante aparece la figura del productor judío-estadounidense, Clive Davis (que coprodujo el film), interpretado por Stanley Tucci y que queda un poco en penumbra tal vez para evitar la comparación con un personaje similar de Aline (de Valérie Lemercier, 2021), dedicada a Celine Dion.

El episodio cinematográfico más importante de su vida fue, sin duda, su participación en El guardaespaldas (The Bodyguard, de Mick Jackson, 1992), junto a Kevin Costner, pero ocupa un espacio menor en una película que dura 144 minutos y que, por lo menos a mí, se me hizo cansadora.

La película se centra en su ascenso vertiginoso y su precipitada caída. Además, como corresponde a los tiempos actuales, tiene que existir una relación lésbica (en este caso con Robyn Crawford), y un matrimonio fracasado (con el cantante de hip hop, Bobby Brown).

La interpreta, con el recurso del playblack, la empática afroinglesa Naomi Ackie (Jannah, en la serie Star Wars), que ha sido criticada por su aspecto poco caucásico.

No hay que olvidar que Whitney fue rechazada por muchos miembros de la etnia afro en Estados Unidos, por no ser de aspecto suficientemente “black” y por sus gustos musicales.

No se puede contentar a todo el mundo.

(“I Wanna Dance with Somebody”. USA, 2022)

TRAILER DEL FILM:
“QUIERO BAILAR CON ALGUIEN”

 PRODUCCIÓN:
SensaCine Trailers 

 

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