“TODO EL DINERO DEL MUNDO” — Comentario de CINE

Un histórico hecho de crónica roja sirve a Ridley Scott para invitar a una reflexión acerca de la relación de la sangre y el dinero, en un mundo cada vez más materialista. ¡Muy buena!

Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

Yo estaba en Italia, por motivos de estudio, en julio de 1973. El ambiente estaba enrarecido por la violencia imperante, al punto de que históricamente ese período habría de ser denominado “los años de plomo”.

Todo había empezado con el atentado de Piazza Fontana, en Milano, el 12 de diciembre de 1969, por el que “fue suicidado” un anarquista y tomado preso otro, que mucho tiempo después se demostró que no tenía nada que ver: las bombas las habían puesto neofascistas financiados por la CIA. Esto se demostró años más tarde, pero todo quedó en nada.

Entre noviembre y diciembre de 1970 explotaron graves episodios de violencia en toda Italia. Además de la aprobación de la Ley de Divorcio, que sería otro factor de división de la ciudadanía y del Estado laico con el Estado eclesiástico, la precariedad de los gobiernos y la aparición de las Brigadas Rojas, se produjo un ambiguo connubio entre terrorismo y criminalidad organizada.

Digo esto, porque seguí la crónica del secuestro de John Paul Getty III por los diarios y el monopolio de la Radiotelevisione Italiana y recuerdo perfectamente que había un gran escepticismo respecto de la veracidad del plagio: muchos creían que era un montaje para sacarle dinero al magnate del petróleo. El mismo hecho de que un cirujano le hubiese cortado la oreja era una prueba de ello.

No está demás que diga que, en ese momento, los medios italianos tenían instalados en Chile a enviados especiales para reportear el inminente golpe de Estado. Realmente, el rol del Cuarto Poder estaba absolutamente coludido con los grandes intereses de las multinacionales. Y eso que llaman “la opinión pública” estaba renuente de creer lo que leía, veía y escuchaba.

Ridley Scott concentra el relato en Gail (la madre, interpretada por Michelle Williams), el multimillonario Paul Getty (Christopher Plummer) y Fletcher Chase, un ex agente de la CIA (Mark Wahlberg), que sirve de intermediario con los presuntos secuestradores.

Lo suyo es una película y hay que evaluarla como tal. En mi opinión, la clave está en su título. En efecto, se trata de una gran metáfora moral acerca de la relación entre el dinero y la sangre, entendida como linfa vital de una humanidad subordinada al valor pecuniario. En un momento, el viejo dice: “Son mis nietos, mi sangre y me pertenecen”.

Muchos han querido hacerlo aparecer como “el malo de la película”. Pero, ¿lo es realmente? Y nótese que no me pongo el problema de que no quiera pagar el rescate porque sienta un precedente, sino que los verdaderos “malos de la película” son los secuestradores: con ellos —como hará el Gobierno italiano en 1978 con Aldo Moro— no se negocia. Harpagón de Moliére, Shylock de Shakespeare o Scrooge de Dickens (que Plummer acaba de interpretar en The Man Who Invented Christmas de Bharat Nalluri) son arquetipos de avaros que aman el dinero por el dinero.

Getty aparece como un hombre que controla el poder a través del dinero, pero está terriblemente solo y temeroso por su vida, como se ve en la cinematográfica secuencia final.

Como en Casino, de Martin Scorsese (1995) o Casta de malditos (1956, The Killing) de Stanley Kubrick, el dinero pasa febrilmente de mano en mano capturando e inmovilizando a todos. Menos a una: la madre que no se compra ni se vende, sino que pragmáticamente recurre al trueque por encima del ambiente putrefacto que le rodea. No sólo tiene enfrente al suegro (el Minotauro de 15 dólares es un ejemplo de su fastidiosa cicatería), sino que su marido es un cero a la izquierda arruinado por la droga y los excesos. Por su parte, en la organización criminal mafiosa aún se conserva un atisbo de ancestral respeto por la familia en Cinquanta (Romain Duris).

Un último comentario: Plummer está excelente en el rol de Getty. Había sido considerado desde un comienzo, pero los productores prefirieron a Kevin Spacey por fama. Y fue justamente su mala fama la que lo sacó del rol, después de que había terminado las filmaciones. Sin duda, fue una buena decisión. Primero, porque el personaje aparece impecable; y, segundo, porque no se confunde con la maqueta del protagonista de una saga televisiva.

(“All the Money in the World”. USA, 2017)

 

TRAILER DEL FILM:
“TODO EL DINERO DEL MUNDO”

Producción:
Film Select Español

 

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