Una mujer se debate dentro de un triángulo que la desespera más que satisfacerla. Busca ser libre, pero la felicidad puede ser inalcanzable para una que siente temor incluso a sus sentimientos. ¡Buena película para espectadoras y espectadores exigentes!
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
Juliette Binoche, con su belleza otoñal (aquí ya tenía 59 años), sigue irradiando la imagen de mujer frágil que busca la felicidad. Ha aparecido con aire de monógama ingenua (La insoportable levedad del ser / The Unbearable Lightness of Being, de Philip Kaufman, 1988), de una especie de inconsciente ángel de la muerte (Obsesión / Damage, de Louis Malle, 1992), o de una enfermera dispuesta al sacrificio (El paciente inglés / The English Patient, de Anthony Mingella, 1996). Y, hay por lo menos, treinta ejemplos más.
En esta película, es Sara quien en un acuático proemio, junto a una tranquila playa, demuestra todo el cariño que siente por Jean (Vincent Lindon), volviendo después felices a París. Es cronista radiofónica, que atiende llamados de noticias poco auspiciosas, por ejemplo del Líbano; él, un ex jugador de rugby que trata de instalarse con una microempresa, después de un período en la cárcel.
El departamento en que viven es hermoso, pero la luz entra sólo desde un gran ventanal corredizo ubicado frente a un balcón. También el viaje en el metro es claustrofóbico.
La fragorosa aparente felicidad se ve resquebrajada por la reaparición del ex de Sara, un cierto François (Grégoire Colin), que en su momento fue el que determinó que se conocieran y que ahora se transforma en un intrusivo factor de desunión.
Se crea el triángulo tradicional, pero también una relación perversa, que se refleja en la gran ciudad que está saliendo de la pandemia, en el temor al desempleo, pero —sobre todo—, en el temor a los sentimientos. Porque lo que prevalece no es el amor, sino la necesidad de demostrar cariño al otro. Y, en ese aspecto (pero no es el último), esta película viene a ser la continuación de otra que también dirigió Claire Denis y protagonizó la Binoche: Un bello sol interior (Un beau soleil intérieur, 2017).
Invito a la lectura de mi comentario de ese film en el archivo de CANDILEJAS, porque quiero dejar en claro que este personaje femenino no es una ninfómana, sino una mujer desesperada.
La pregunta de fondo es: ¿Hay tiempo para recomenzar en ese momento de la vida?
Es lo mismo que debe preguntarse Jean, que está separado y tiene un hijo de madre árabe negra. ¿Habrá futuro para el quinceañero ahora que su abuela que lo tiene a cargo ya no puede manejarlo? Jean, por su parte, es un padre ausente.
El cine de Claire Denis es voyerista y no escatima detalles, como cuando Sara y François están tendidos desnudos en la cama y él insiste en poseerla por detrás. Pero —como en El último tango en París (Ultimo tango a Parigi, de Bernardo Bertolucci, 1973)—, cabe preguntarse si la solución está en el sexo. En el fondo, los tres personajes están llevando a cabo un doble juego.
El acharnement del título original más que “furia” es “hostigamiento, empeño, ensañamiento, encarnizamiento”. Entre Sara y Jean, la relación de pareja es cada vez más tensa y la violencia de los diálogos (al mejor estilo de Ingmar Bergman) hace más daño que la agresión física de las películas estadounidenses. El cielo plúmbeo deja pasar escasa luz que apenas delinea rostros, cuerpos, primeros planos de ojos y de labios.
Están los temas no resueltos del cine francés, que han sido propuestos tantas veces y que —sencillamente—, no tienen solución. Un hombre puede amar a dos mujeres (La felicidad / La Bonheur, de Agnès Varda, 1965), ¿pero por qué no puede una mujer amar a dos hombres? ¿Es necesariamente un signo de inmadurez? Con más vida por atrás que por delante, ¿se puede componer lo que está roto? La vida pasada puede ser un lastre que impide avanzar.
En un momento, Sara grita desesperada que nunca fue libre. Pero, ¿podrá serlo alguna vez? Difícilmente podrá lograrlo, porque lo que busca no es libertad de su cuerpo, sino de su espíritu, separado de las simples relaciones carnales. Pero tiene temor de ella misma. La solución podría estar en un reseteo, así como un celular se descompone y se pierde toda la información acumulada en un largo tiempo.
Mientras tanto, sigue lloviendo en una ciudad obscura y poco acogedora.
(Avec Amour et Acharnement. Francia, 2021)
TRAILER DEL FILM:
“CON AMOR Y FURIA”
PRODUCCIÓN
Analia
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