Una buena película con características de las que un tiempo se calificaban “con carácter educativo”. Pero es también una trama llena de aventuras y ocurrencias que gustará no sólo a los más pequeños…
Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)
Círculo de Críticos de Arte de Chile
Los Estudios Disney impusieron un tipo de producciones cinematográficas que se caracterizaban por una visión antropomórfica de la realidad: es decir, los animales actuaban con actitudes de seres humanos e incluso expresando sus sentimientos.
Por un lado, estaban Mickey Mouse y Donald Duck, que representaban el “american way of life”, pero también las “aventuras de la vida real” se caracterizaban por mostrar a la fauna en su ambiente natural bajo la lente de una etología de sabor conductista.
Me basta recordar sólo dos ejemplos: El desierto viviente (The Living Desert, de James Algar, 1953), filmado en Tucson, Arizona, y Perri (de N. Kenworthy y Ralph Wright, 1957), acerca de la vida de una joven ardilla.
Contrariamente a estos productos, la animación europea (francesa, en este caso), juega con debilidades y grandezas humanas aplicándola a los animales, pero sin caer necesariamente en lo truculento y simplificando la “personalidad” de los personajes.
La Pandilla de la Jungla es un grupo de animales “justicieros” que ha protagonizado casi 200 episodios televisivos desde 2011 y que tuvo su primer largometraje en 2017.
Los encabeza Maurice, un pingüino tigre, y lo constituyen: el hijo adoptivo Junior, un pez dorado en su pecera; Miguel, un gorila azul; Gilbert, un tarsero científico; y Batricia, una murciélaga.
A ellos hay que agregar a Al y Bob, dos sapos que cuidan la guarida de la Pandilla.
En este relato, un supervillano, que resulta ser un castor, cubre la selva con una espuma rosa tóxica que explota en contacto con el agua. Como se acerca la estación de las lluvias, el desastre es inminente. Por ello, los héroes viajarán por todo el mundo en busca de un antídoto. Y este es el nudo de toda la aventura, que incluye una avalancha, atravesar el centro de la Tierra y neutralizar la actividad de la fábrica del desastre.
La señal más importante, que en otros tiempos habría hecho calificar la cinta “con carácter educativo”, es la solidaridad y la necesidad de trabajar en equipo. La otra, igualmente importante, es el mensaje ecológico que se expresa claramente.
En efecto, el castor ha sido calificado como un constructor por excelencia, pero aquí es un especulador urbanístico, que quiere destruir la selva para edificar habitaciones para que vivan los animales. ¿Suena conocido? El hombre sigue talando y quemando bosques para “el progreso urbano”, pero lo único que está consiguiendo es aumentar la vulnerabilidad de todo lo que se construye, porque ya no cuenta con la protección del ecosistema.
(Les As de la Jungle 2. Francia, 2023)
TRÁILER DEL FILM:
“UNA JUNGLA DE LOCURA 2”
PRODUCCIÓN:
ONE Media Español
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