“TIPOS DE GENTILEZA” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

¡Atención: SPOILERS! Esta película me parece de tal complejidad que, si les interesa, recomiendo no leer mi crítica antes de verla. Como las otras obras de Yorgos Lanthimos, para “entenderla” es necesario “sentirla”…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

 

Yo tenía 17 años cuando leí Peer Gynt, de Henrik Ibsen. Al terminarlo, cerré el libro pensando: “No estoy preparado para entenderlo. Volveré leerlo dentro de algunos años”.

Lo mismo me pasó con Ocho y medio, de Federico Fellini: ya la he visto más de diez veces y sigo descubriendo cosas nuevas.

La razón es simple: ese libro y esa película no han cambiado, porque el que ha cambiado es el receptor, o sea yo.

El crítico puede ser aceptado o rechazado, porque generalmente es considerado “un sabelotodo”, al que se recurre no sólo para obtener una opinión, sino también para que “explique” la película.

Como dijo Luis Cerna en un chiste dibujado: “Ahora no se pregunta de una película ‘¿Te gustó?’, sino, ‘¿la entendiste?”. Y el interlocutor responde: “¡Ah! ¿Había que entenderla?”.

¿Y qué es lo que habría que entender de Tipos de gentileza, de Yorgos Lanthimos?

Para empezar, sostengo siempre que una obra puede considerarse arte cuando establece una conexión con el / la que ve y/o escucha. Ésta puede ser positiva o negativa, pero es necesario que exista: sin opinión no hay comunicación artística.

Empiezo por indicar que se trata de tres mediometrajes, que están interconectados por los actores que interpretan roles diferentes en cada uno y por R.M.F., un sujeto al que se identifica por esas tres letras grabadas en su camisa, que da el título a cada relato y cuyo nombre —según el mismo Lanthimos—, no tiene significado alguno.

En vez de describir cada relato, voy de inmediato a las alegorías que —según mi opinión—, los unen y entrelazan.

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La primera y más importante es la que ya Erich Fromm tipificó en su libro El miedo a la libertad (Escape from Freedom, 1941). Esto es, la Humanidad rehúye la libertad porque no sabe servirse de ella.

Es así como, en el primer film, un hombre cuya existencia ha sido manejada hasta en sus más mínimos detalles por su jefe, se niega a cometer un crimen y lo pierde todo. Pero lo más grave no es lo material (que incluye una raqueta quebrada por John McEnroe), sino lo que implica tomar sus propias decisiones.

En el segundo, es un policía el que ha tenido extrañas reacciones desde el momento que su esposa desapareció en el mar y, cuando ella regresa, se niega a reconocerla haciéndole exigencias que a ella le causarán la muerte.

En el tercero, una pareja que pertenece a una secta busca a una mujer que tiene el poder de restituir la vida a los muertos y no se detendrá ante la profanación o el asesinato si son necesarios. O sea: por conseguir un fin o asegurarse una presunta tranquilidad, el libre albedrío deja incluso de ser una aspiración.

Pero hay más. Me detengo un momento en las instancias religiosas, relacionadas con el demiurgo neoplatónico griego, esto es con el supremo hacedor, que no crea, pero da forma al universo físico y que será adoptado por los gnósticos.

No sólo Lanthimos es un demiurgo, que se divierte a mostrar a sus criaturas como conejillos de Indias (como lo hizo con sus Pobres criaturas / Poor Things), sino que éstas, a su vez, se transforman en demiurgos que pretenden modificar —sin conseguirlo—, la realidad que pretenden vivir libremente.

No sólo, tampoco los sueños llevan a la libertad. Los perros que gobiernan el mundo y respetan a l@s human@s no pasan de ser una utopía que podría liberar de responsabilidades.

Las gemelas en la piscina representan las dos caras de la divinidad dual gnóstica: el dios amoroso que salva a la mujer y el demiurgo que la ignora.

La letra de la canción Sweet Dreams lo sentencia: “Dulces sueños están hechos de esto. / ¿Quién soy yo para no estar de acuerdo? / He viajado por el mundo y los siete mares. / Todo el mundo está buscando algo. / Algunos de ellos quieren usarte. / Algunos de ellos quieren ser utilizados por ti”.

En la “realidad cinematográfica”, el dios malvado se arroja a la piscina y muere porque no tiene agua (que también para la secta representa lo sagrado); asimismo, el dios bueno se arroja también porque quiere substraerse al proyecto del hombre que ha decidido recluirlo en el yate que espera mar adentro (el Reino de los Cielos).

Mientras tanto, RMF – que es el chivo expiatorio y el signo del pacto entre dios y el hombre —está presente en el título de las tres películas: La Muerte de R.M.F. (The Death of R.M.F.), R.M.F. está volando (R.M.F. is Flying, porque se fue al cielo y no aparece), y R.M.F. come un sandwich (R.M.F. Eats a Sandwich).

La explicación del tercer epígrafe se muestra inserta entre los títulos de cierre, que much@s no han visto porque se han retirado antes. R.M.F. ha manchado su camisa con ketchup, porque no ha resucitado por voluntad de Dios, sino del hombre (Emma Stone ha incluso danzado), y ahora debe procurarse el alimento llevando consigo la suciedad de su origen.

Más que una posibilidad de “entender” el film es más bien una manera de “sentirlo”. Mi análisis, válido o no, no puede evitar el recuerdo del lenguaje del Antiguo Testamento, de un Dios que estipula un pacto con el hombre, por lo que debe superar pruebas para demostrarle su amor, que domina su vida y que le entrega regalos (dones), por los que exigirá un sacrificio.

El hombre podría ser libre, pero prefiere obedecer en vez de elegir entre el bien y el mal. A su vez, exige pruebas de amor y a cambio no dará reconocimiento, porque prefiere una idealización, que no es necesariamente una búsqueda espiritual.

Al final, la religión puede ser reemplazada por un ejercicio del intelecto y lo sagrado puede ser substituido por agua que se obtiene de las lágrimas de la pareja de gurúes, que alude a los cónyuges posesivos del primer episodio.

Tal vez es demasiado para sólo 164 minutos de exhibición cinematográfica, pero no creo haber agotado el análisis. Como todo enigma filosófico, debe ser interpretado con el recurso de muchos métodos. Yo he tratado de aplicar el mío. Quod erat demostrandum.

(Kinds of Kindness. Irlanda / Gran Bretaña / USA / Grecia, 2024). 

TRÁILER DEL FILM:
“TIPOS DE GENTILEZA”

PRODUCCIÓN:
20th Century Studios LA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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