Un slasher canadiense, cuya novedad es el uso de las tomas subjetivas. Además, las muertes son dignas de un matarife, lo que hace recordar que la naturaleza es violenta…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile

 

El título original debería traducirse como En una naturaleza violenta, puesto que más que la figura del zombie que resurge para matar a quien se le cruce por el camino, con el rostro cubierto con una máscara de bombero, en ese bosque canadiense la violencia se expresa como un artefacto a presión que puede estallar en cualquier momento.

No por nada, la película tiene un epílogo que puede interpretarse como una parábola que debe tomarse en cuenta.

El director, Chris Nash, respeta la estructura del slasher (iniciada por Friday the 13th, de Sean S. Cunningham en 1980), en todas sus partes: identificación donde se encuentra el futuro victimario, la transgresión del sello de seguridad que impedía su actividad homicida, instalación en campamento de las futuras víctimas, conocimiento de la leyenda urbana relativa a muertes colectivas, asesinato sucesivo de l@s muchach@s…

La película no deja espacio para conocer a cada uno de l@s jóvenes ni para encariñarse con ell@s: simplemente, desaparecen de la manera más horrible, así como el guardabosques que alguna vez se atrevió a hacerle frente.

Aquí es donde yo creo que hay una evidente clave de lectura. En cada asesinato, Johnny el victimario ejecuta su tarea con la habilidad de un matarife. Es más: parece que las víctimas no sufrieran. O sea, se repite el rito veterotestamentario del animal que es sacrificado para beneplácito de una divinidad cruel y sanguinaria. O simplemente para hacer un asado. ¡Esa es la naturaleza violenta!

El elemento cinematográfico más notable es el uso de la filmadora, porque el formato de 1.33:1 (o 4:3) alude a la cámara fotográfica tradicional y el hecho de llevarla sobre el hombro acentúa la toma subjetiva que permite ver lo que está viendo el asesino.

Es el recurso que implantaron los de la “nouvelle vague” y que tiene una joya sui generis en Sin aliento (À bout de souffle, de Jean-Luc Godard, 1960).

La mujer del epílogo, con su macabro relato, es la actriz Lauren-Marie Taylor, que aparece en Martes 13: Parte 2, de Steve Miner, 1981.

Queda claro que, en ese bosque, el riesgo existe y que siempre será un riesgo para el que ahí se encuentre. Es decir: habrá una secuela.

(In a Violent Nature. Canadá, 2024) 

TRÁILER DEL FILM:
“ASESINO POR NATURALEZA” 

 

DISTRIBUCIÓN:
Cinemark Colombia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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