“TODOS SOMOS JUSTOS” — JOBLAR COMENTA ESTRENOS DE CINE

Una buena película que escarba en el miedo profundo de una revancha de los que no tienen contra los que tienen, en un mundo que les permite convivir, mientras no se puedan intercambiar los roles…

 Por José Blanco Jiménez
(JOBLAR)

Círculo de Críticos de Arte de Chile 

Ya no existe la lucha de clases como la planteó el filósofo judío alemán, Karl Marx. Es decir, no se trata del enfrentamiento entre un grupo que posee los medios de producción y otro que no los posee. El mismo concepto de plusvalía está en crisis, puesto que la globalización y el reemplazo de la mano de obra con inteligencia artificial, siguen avanzando de manera inexorable.

En este momento, la lucha es entre los que tienen y los que quieren tener lo que tienen los que tienen. No es un tema nuevo, porque buena parte de la narrativa literaria y cinematográfica lo han tocado desde siempre. Y el resultado es siempre el mismo: la derrota de los desposeídos por ser incapaces de manejar el objeto de su ambición.

Hay una obra maestra, alguna vez prohibida, de Luis Buñuel sobre el tema: Viridiana (1961). La convivencia entre los que tienen y los que no tienen termina en una tragedia; la idea de caridad para con los pordioseros es una utopía y una experiencia peligrosa. Incluso, está la famosa Última Cena.

En Chile, en 1963, se presentó el drama teatral Los invasores, de Egon Wolff, dirigido por Víctor Jara. Los dos grupos sociales conviven separados por el río. Pero, en un cierto momento, los desposeídos invaden el sector de los acomodados, que no tienen una fuerza policial que los proteja. La obra teatral provocó un cierto remezón entre la intelectualidad universitaria de la época. Supe que se le hicieron algunas modificaciones, pero la verdad es que apunta más bien a una venganza de crónica roja que a una crítica social.

Sin embargo, el choque entre ambas realidades es evidente e impactante. ¿Qué pasaría si un hecho de tales características se produjera realmente?

Carlos Leiva es más directo y juega con el concepto cambiante de justicia. ¿Qué es justo: tener o no tener? La igualdad propugnada por Rousseau se refería a igualdad de oportunidades y no a igualdad de medios.

En esta película, la invasión se produce, pero como una acción criminal. Es más, en gran medida es un amedrentamiento y la película consigue un suspenso como el que consiguió Horas desesperadas (The Desperate Hours, de William Wyler, 1955), con Humphrey Bogart y Frederic March, repropuesta por Michael Cimino en 1990, con Mickey Rourke y Anthony Hopkins. O la serie Los extraños (The Strangers, de Bryan Bertino, 2008), que ha tenido un reboot con la dirección de Renny Harlin (2024) y en la que, nuevamente, las víctimas están condenadas simplemente “por estar ahí”.

Esa violencia, sin embargo, es aleatoria. En Todos somos justos, se siente el destilar del odio de la revancha en el comportamiento y la coprolalia de los encapuchados.

No necesito agregar más: cada espectador o espectadora se sentirá representado por uno de los bandos. La cámara, con largos planos secuencia, ayuda a aumentar la tensión. El riesgo está en romper el equilibrio.

Et maintenant…? 

TRÁILER DEL FILM:
“Todos somos justos”

Todos somos justos
Chile
Año: 2024

 

 

 

 

 

 

 

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