Por Francisco Leal
Es
cierto que la televisión tiene como principal
objetivo entretener. Yo agregaría que otra
de las misiones sustanciales de este importante medio
de comunicación es informar y transmitir cultura.
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Lo
lamentable es que en la televisión chilena
se ha llegado a un peligroso grado de entretenimiento,
sobre todo con los “reality show”,
donde si bien es cierto se produce una nueva
alternativa en las comunicaciones humanas, se
ofrece un lenguaje digno de análisis.
El mayor problema es que se malentiende el concepto
de coloquialidad. Ser coloquial en la TV no
significa utilizar un lenguaje vulgar, grosero
y soez.
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Esta
realidad es preocupante. Se le ha bajado el nivel
a nuestras producciones televisivas y las estaciones
de TV, por conquistar ráting y tele-audiencia,
no han meditado en los riesgos derivados del pésimo
lenguaje de ciertos “conductores” o “animadores”.
ABSOLUTA
FRIVOLIDAD
Algo
similar ocurre con los contenidos programáticos.
El contexto de estos programas cae en la absoluta
frivolidad, en la inconsistencia y, por supuesto,
en la recurrente vulgaridad.
El
colega Luis Alberto Mansilla enfatizó varios
de estos aspectos en una columna de opinión
publicada recientemente en el diario “La
Nación”. Señaló allí
que “la degradación del lenguaje
parece ser lo general y no lo excepcional”.
Agregó: “Los animadores pronuncian
mal y se jactan de hablar como el hombre común,
con la más burda gramática de la
calle”. |
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Y argumenta sus opiniones con ejemplos
precisos. Señaló: “La mejor expresión
para indicar que alguien lo pasa bien es decir que
se siente ‘la raja’; las curvilíneas
figuritas que se presentan con trajes de generosos
escotes no vacilan en utilizar expresiones de estercolero
y hacen referencias obsesivas a los signos viriles
y a sus opciones sexuales. Los humoristas se sienten
liberados de todo pudor y sus recursos para arrancar
carcajadas fáciles son los garabatos, que en
la vida diaria son señales de grosería
y vulgaridad”.
Al referirse a los “reality
show”, Mansilla opina que contribuyen casi a
la eliminación del español. “Sus
jóvenes protagonistas –escribió
en “La Nación”-- se manejan con
giros como ‘cachai’, ‘heavy’,
‘súper’, ‘carrete’,
‘loco’, ‘gallo’,,”
LO QUE
OFRECE LA TV
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El meollo de
esta seria realidad es que los directores de
programas están convencidos que “eso
es lo que el público exige”. “Pero
más bien –aclara Mansilla—es
lo que la TV ofrece y obliga a consumir”.
El asunto es serio, sin duda.
Para concluir, diremos que persiste la lamentable
idea de que la cultura es aburrida. Lo que falta
es talento, creatividad e iniciativa para ofrecer
programas de TV atractivos, sin necesidad de
caer en la vulgaridad.
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