Lo que podría ser una telenovela cebollenta, se transforma en una película redonda, agradable de ver y de disfrutar por su temática y su presentación.
Por JOBLAR
Todo comienza en una noche de tormenta. A una casa ubicada en medio de la pampa argentina llega a pedir ayuda un joven (Nicolás Zárate) cuyo automóvil ha quedado atrapado en el barro. La dueña de casa lo hospeda y, al enterarse que viene de Chile, le cuenta su historia.
Empieza así un relato paralelo en el que se alternan las actrices Celeste Cid y Mercedes Morán, que interpretan a Mariana, una joven que dejó a su familia para seguir a Joaquín (Tiago Correa), un amaestrador de caballos que resultó ser el único heredero de una fortuna que decide volver a recuperar a su país de origen.
Para no contar la historia, me limito a señalar los personajes que dan vida a este racconto (o, si prefieren, a esta serie de flashbacks y flashforwards) con una fotografía bellísima y unas interpretaciones impecables: Bruno (Joaquín Flores y Juan Pablo Ogalde), el hijo con síndrome de Asperger; el huaso Ambrosio (Felipe Ríos) y la contadora Ana (Francisca Gavilán), los fieles amigos; Leonardo (Gonzalo Valenzuela, que luce sus bíceps de boxeador), el domador de caballos; y Vasco Zartundúa (Luis Gnecco), el repugnante acreedor sin escrúpulos.
Pero hay otro protagonista. Es el Arpax del título. Se trata de un caballo que establece una relación con Bruno, a un nivel que más tarde desembocará en equinoterapia y que se transformará en un pilar fundamental de supervivencia de la familia.
Reconozco que esta relación tan estrecha de hombre-caballo me trajo el recuerdo de la serie Pepe Rubio (Rusty Riley), que leía en “El Peneca”.
El sustento de la película está en la fotografía, que es bellísima. Lo que podría ser un argumento de telenovela cebollenta se transforma en una película que atrapa justamente porque no tiene sorpresas. El espectador ya sabe cuál es la ruta y cómo habrá de cumplirse: en fin de cuentas, la vida puede reducirse a una caja con unos pocos recuerdos, pero valió la pena vivirla.
El madrileño Diego Corsini puede darse por satisfecho.
(Artax: Un nuevo comienzo. Chile, 2017)
TRAILER DEL FILM:
“Artax: Un nuevo comienzo”
Producción:
Cinecolor Films Chile
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