Excelente película con actuaciones espléndidas. El drama de un personaje inventado y sostenido por una cónyuge que pertenece en la sombras…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Al que le venga el sayo que se lo ponga.
Conocí en Italia a un “barone universitario” que controlaba el mundo editorial y una fundación. Tenía el monopolio de la obra de un grande de la literatura del siglo XIV, sobre el que yo estaba investigando y escribiendo. Nadie podía publicar nada sin su consentimiento y —sobre todo— nadie se atrevía a hacerlo sin consultarlo. Me parecía increíble, pero era así: otros profesores notables no se atrevían a tomar decisiones al respecto y menos aún cuando descubrí que ese profesor se había apropiado del descubrimiento de un importante autógrafo vistiéndose con ropajes ajenos.
Está claro que un artículo en que denunciaba el hecho tuve que escribirlo en italiano y publicarlo en Chile y después regalarlo para que lo leyeran, pero nadie se atrevió a dar una opinión oficial sobre mi trabajo. Ello me costó también quedar fuera de algunos eventos que él controlaba y tener dificultades para mis publicaciones.
Todos le temían, pero muchos hablaban a sus espaldas e insistían en que la mayoría de sus trabajos los había hecho (y los hacía) su esposa. Yo conocí a la señora, que lo acompañaba a todas partes y se quedaba en silencio, interviniendo sólo cuando alguna persona quería hablar con su marido.
Por ello, la figura de Joe Castleman (soberbiamente interpretado por Jonathan Pryce) y de su esposa Joan (extraordinaria Glenn Close, diría segura candidata al Premio Oscar) no me resultan nuevos. Él se lleva los honores y ella es la que trabaja y escribe sus libros, para que los firme y llegue incluso a ganar el Premio Nobel de Literatura.
Se dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y no me cabe duda. A través de sucesivos flashbacks, el espectador se entera que Joan (Annie Starke) era una alumna de Joe (Harry Lloyd), que se enamoró de él cuando fue la niñera de su hijo, que éste se separó de su mujer y se casó con ella. Era un ególatra, pero por amor le hizo la carrera de escritor, le aceptó sus infidelidades y su arrogancia, a pesar de que ni siquiera recordaba el nombre de los personajes de “sus” novelas.
Dudan de su capacidad su hijo David (Max Irons), que también quiere ser escritor, y un periodista que lo sigue desde hace años (Christian Slater). Mientras tanto, el “show” debe continuar.
La película me recordó El premio (The Prize, de Mark Robson, 1963), que era de género policial, pero que también reconstruye los preparativos de la entrega. Y agrego una anécdota: cuando estuve en Estocolmo, visitando a un amigo —ya fallecido— le pedí que me mostrara el Grand Hotel y lo hizo. Es difícil que yo pernocte allí y menos aún invitado por la Fundación Nobel, pero lo reconocí de inmediato en la película, que tiene una producción impecable.
(The Wife. USA/Suecia/Gran Bretaña, 2017)
TRAILER DEL FILM:
“LA ESPOSA”
Producción:
Bf Distribution
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