El director libanés, Ziad Doueiri, y su compañera co-guionista, Joelle Touma, llevan adelante una película en la que la judicialización del entredicho provoca un verdadero casus belli. La guerra civil terminó en 1990, hubo una amnistía, pero las heridas siguen abiertas…
Por JOBLAR
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile
Todo transcurre en Beirut, en los días de hoy. Toni es un mecánico libanés, militante de la derecha cristiana, cuya esposa espera un hijo. Cifra sus esperanzas en el departamento que ocupan y, por lo tanto, no acepta que una cuadrilla de mantención del barrio retire una cañería que drena el agua desde su balcón hacia la calle. Al romper la nueva instalación, se gana un insulto del capataz Yasser, lo que para él es inaceptable, puesto que —por su pronunciación— se da cuenta que es un palestino.
A partir de ese banal accidente, palabras sacan palabras y —cuando el jefe de Yasser pretende que pida disculpas—, Toni exclama: “¡Ojalá Sharon los hubiera matado a todos!”. El resultado es un puñetazo con dos costillas rotas y el comienzo de un litigio.
El director libanés, Ziad Doueiri, y su compañera co-guionista, Joelle Touma, llevan adelante una película en la que la judicialización del entredicho provoca un verdadero casus belli. La guerra civil terminó en 1990, hubo una amnistía, pero las heridas siguen abiertas.
El relato es vertical, porque el conflicto se mezcla con la rabia y la humillación. El discurso —que es transparente y sin ambigüedades— se mueve entre la esfera pública (el proceso) y la privada (el drama psicológico). Ambos protagonistas han sufrido mucho y no pueden renunciar a sus terribles recuerdos.
Para acrecentar la tensión, los abogados litigantes son padre e hija, pero no son un fácil recurso cinematográfico ni la extrinsecación de un conflicto generacional: es el tema de la justicia y del derecho natural lo que está en juego, con un adecuado transfert. El sufrimiento ha sido demasiado. No sólo los palestinos son exiliados después de la creación del Estado de Israel, después del Septiembre Negro, después de Sabra y Shatila.
Damour nos recuerda que también ha habido exiliados libaneses y una guerra larga y cruenta, que es difícil de explicar.
¡Véala! Le aclarará el porqué en algunos lugares la paz nunca llega y cómo Chile ha hecho bien en recibir a las víctimas de tantos cruentos conflictos, que han puesto en evidencia los peores aspectos de la naturaleza humana.
(L’insulte. Líbano 2017)
TRAILER DEL FILM:
“El insulto”
PRODUCCIÓN:
DC Argentina